Frente al proceso político que se desarrollará a partir del año 2012, después del cambio refundacional que se produjo a partir de las movilizaciones sociales y el nuevo estado de conciencia de amplios sectores de la sociedad chilena durante el presente año, se produce la necesaria reflexión de cómo enfrentar los meses y años que se vienen.
Aportando a dicho debate, tomaremos como punto de referencia a dos figuras arquetípicas – usando una terminología junguiana – de dos personajes cinematográficos caracterizados como líderes libertarios.
Nos referimos a William Wallace y Espartaco, no en su concepción de personajes históricos- que como tales, ambos son difusos y discutidos por la historiografía – sino más bien tomados como personajes cinematográficos íntegros, cosmovisionados, acotados y codificados por la mano, dirección y talento de Mel Gibson y Stanley Kubrick, respectivamente.
Tanto Wallace como Espartaco son luchadores sociales que pretenden cambiar radicalmente un orden establecido, después de vivir personalmente las penurias del “sistema”, misteriosamente manifestadas en el arrebato, uno con la muerte de su esposa, el otro con la amada vendida como esclava.
Ambos están dispuestos a transformarlo todo, no importando el sacrificio personal que ello implique.
En épicas jornadas van, paulatina y constantemente, sumando voluntades, convirtiendo su causa personal en una causa colectiva o comunitaria que recoge y ejerce un poder transformador, no sólo en las estructuras sociales, sino que también en la conciencia de una mayoría silenciosa que se suma a un rol protagónico.
Todo lo anterior acompañado de excelentes bandas sonoras, tomas en primer plano y frases célebres como “todas las personas mueren, pero no todas viven realmente” (Wallace) o “¿temes a la muerte, Espartaco? – No más que a la vida” (Espartaco).
Frases que inflaman el espíritu libertario de cualquier espectador bajo el influjo de la creadora y exquisita mirada de dos maestros del séptimo arte, como son Gibson y Kubrick.
Pero la gran diferencia de ambos personajes lo constituye la manera de enfrentar a las respectivas oligarquías en su lucha emancipadora.
Wallace distingue entre la corte inglesa y la nobleza escocesa, concibiendo su lucha junto a esta última y asumiendo que sin dicha oligarquía no se puede avanzar, graficada en la frase expresada en la confianza,frente a sus capitanes: “Solos no podemos”, antes de partir a la última traición en su contra.
En cambio Espartaco no hace ninguna distinción y su primer objetivo es alejarse de la oligarquía patricia-romana lo más pronto posible, avanzando hacia el sur de Italia para “salir de este maldito país”. Sólo una vez que es bloqueado por dicha oligarquía – lo cual se hace a través de las legiones romanas cual deja vu histórico – no le queda otra opción que avanzar sobre Roma y enfrentarles “en su mismo sistema”.
A Wallace se le puede criticar su reiterada ingenuidad de confiar en un sector de la oligarquía, a pesar de la permanente traición que dicho sector lo somete, costándole inclusive la vida. A Espartaco su convicción en un sueño, que era factible“escapar del sistema” confiando simplemente en salir de Italia hacia sus hogares, y no buscar aliados, aunque sean simples aliados tácticos, en un sector de la oligarquía patricia-romana.
Wallace quería emancipar a su gente con la colaboración de parte de la oligarquía.
Espartaco simplemente veía a la oligarquía como un obstáculo en su camino emancipador.
La interrogante es establecer cuál es el mejor modelo arquetípico a desarrollar durante el año 2012: ¿Wallace o Espartaco?
El debate está abierto e inspirado en los finales abiertos de ambas producciones cinematográficas – simbolizadas en los hijos de ambos personajes – como la esperanza latente de una criatura que crece en el vientre materno o es cargada en los brazos de su madre, ambos para continuar con el “eterno retorno” de luchar y crecer en libertad…