Su nombramiento como embajador de Piñera en México puede servir para que yo entregue públicamente mis autocríticas.
La primera autocrítica tiene que ver con no haber dado a conocer, a tiempo, un decidor suceso en su vida pública, que Ud. –no sé por qué razones- ha ocultado por más de 30 años. Es autocrítica porque ese suceso acaeció en el seno de una organización política en la que yo ocupaba un cargo de dirección.
Ud. debe recordar lo que ahora se llama el contexto.
Se iniciaba el año de 1979 en Cuba. La Revolución Cubana cumplía sólo 20 años y parecía muy fuerte, en Nicaragua avanzaba la insurrección contra Somoza, El Salvador estaba en ebullición, la URSS y el campo socialista funcionaban, Silvio Rodríguez creaba “Rabo de nube”, usted vivía en La Habana como un joven comunista ya premiado por Casa de la Américas como destacado escritor joven, nosotros hacíamos todo lo posible desde el Comité Chileno de Solidaridad con la Resistencia Antifascista para apoyar la causa de la libertad en Chile, yo era – cumplía con mi deber- Secretario Político del Comité Local del Mapu OC en Cuba (éramos alrededor de 15 militantes, todas y todos exiliados) desde inicios de 1978.
Fidel era un dirigente de sólo 53 años, digamos 8 años menos de los que hoy tiene Piñera, y, lleno de energía, e influía fuertemente con su política en África y América Latina.
Silvio había creado en apoyo a la lucha salvadoreña “Por quien merece amor”. El Mapu OC cumpliría el 19 de Mayo de ese año su décimo aniversario y había que celebrarlo como se debía.
La celebración fue el 19 de Mayo de 1979, el día del aniversario de nuestro partido, en la casona del Comité Chileno (había estado allí la Embajada de Chile), Calle 13, entre D y E, Vedado, a eso de las 19 hs.
El Presidente del Comité era el destacado abogado socialista Francisco Fernández.
Los dos grandes impactos del acto: cantó Silvio Rodríguez, que aceptó una invitación que le hice en su departamento cercano al Colón, e ingresó a nuestro partido el hasta entonces joven escritor comunista Roberto Ampuero.
La compañera Catalina Bau hizo la presentación del acto.
Silvio cantó “Santiago de Chile” y “El Elegido” en homenaje a Rodrigo Ambrosio, nuestro fundador, muerto hacía 7 años.
Ud. saludó a los presentes. Estaba Ud. sentado junto al doctor Alejandro, con quien había hecho muy buenas migas en Alamar y que fue quien lo avaló.
Necesitábamos que militantes probados, como el doctor Alejandro, presentaran a los nuevos. En su caso era una mera formalidad porque no había problemas: Ud. había militado en Valparaíso y Santiago en la organización de Gladys Marín, había salido de Chile en 1974, había sido exiliado en la RDA, había llegado de Berlín a La Habana conectado con la familia de Fernando Flores, un cubano que había sido fiscal de la Revolución y que era tan fidelista y “duro” que los gusanos lo apodaban “Charco de sangre”, se había casado con la Vicepresidenta de la Federación de Mujeres Cubanas, que presidía Vilma Espín, y era muy bien considerado por todos, en particular por Fernández Retamal, jefe de Casa de la Américas, a quien Neruda trató de “Sargento Retamal” en “Confieso que he vivido”.
Un destacado joven comunista entraba, entonces, al Mapu OC, joven partido que tenía, en esa época, una muy parecida línea política a la del PC: la de la oposición de masas para crear un amplio frente antifascista.
La compañera Julieta Campusano, que estaba en el acto, sentada al lado mío, en representación del PC, me dijo en voz baja: ¿Es el mismo joven inteligente que militaba con nosotros? El mismo, le contesté, ahora ha preferido otro partido marxista.
Su ingreso –y el acto- fueron para mí inolvidables.
Al poco tiempo sucedieron dos cosas: los partidos chilenos existentes en Cuba, entre ellos el nuestro, apoyaron con sus cuadros la insurrección nicaragüense, y Ud. pidió volver a la RDA para seguir estudiando.
No tuvimos dudas. Era Ud. una especie de comunista verde y podía llegar a ser un destacado militante. Yo le puse la estampilla, conseguimos autorización y pasaje con el Departamento de América del Comité Central del PC Cubano, y en Berlín Oriental le recibió el CHAF y nuestro representante ante Honecker, el compañero Enrique Correa Ríos.
El CHAF era el Comité Chileno Antifacista en Berlín y el gobierno de Honecker tenía la misma política de la URSS: recibía como asilados permanentes sólo a militantes del PC, el PS de Almeyda y el Mapu OC.
Supimos poco después que estaba Ud. muy bien de nuevo en la RDA estudiando literatura, comunismo científico y materialismo histórico.
Este interesante caso lo debía haber informado públicamente en Chile cuando Ud. empezó a ser conocido por sus libros sobre Cayetano Brulé, antes de “Nuestros años verde olivo”, en que Ud. habla de su “terrible” vida en Cuba (también se entiende, en la RDA) y nombra (algunos pueden decir delata) a varios militantes comunistas del Comité Chileno cuando en Chile Pinochet seguía siendo Comandante en Jefe.
Reconozco mi error pero mi preocupación periodística y política estaba en los 80 y 90 en otros asuntos que consideré más relevantes. No tuve tiempo, ocasión ni lugar para preocuparme en ese tiempo de Ud.
Hacerlo más tarde, inmediatamente después de “Nuestros años verde olivo”, habría parecido lo que en Chile se llama “la del picado”. Además, seguíamos viviendo una vorágine en la que otras materias políticas marcaban nuestra atención.
Ahora, en 2011, es distinto: estoy jubilado, me interesan temas más éticos que político-partidistas, ha ganado en Chile un peligroso gobierno de derecha, usted es parte de ese gobierno y su currículum de embajador político, bien merece ser completado. Es, además, lo que Piñera llamaría “transparencia”.
Bueno, ésta es mi primera autocrítica.
La segunda es que, con este artículo en mano, el gobierno de México se enterará de su curriculum político, ahora más completo, y podría actuar en algún sentido.
Pero no nos preocupemos. El gobierno de México es un gobierno de derecha y comprenderá al embajador de derecha.
Ahora, si en México gana las próximas elecciones de 2012 el PRI o la izquierda, no sé qué decirle. Usted es visto por los iniciados de la izquierda latinoamericana como un nuevo Chamúdez y como un extraño caso a estudiar. La verdad es que Ud. ha ido mucho más lejos que Vargas Llosa o que el mismo Edwards, y es “un caso interesante”.
Pero, en esas posibles condiciones nuevas, nada de raro es que Ud. redescubra sus simpatías antiguas con la izquierda mexicana y ataque con furor al que será ex gobierno de Calderón, “ése que llevó a México a una guerra interna sin parangón en su historia” podrá decir. Y ¿por qué no al gobierno de Piñera? ¿Por qué no?
Su secuencia de lealtades, embajador, y sus adhesiones, han sido siempre absolutas con quien está en el poder, llámense Allende, Honecker, Fidel, Honecker de nuevo, la Universidad de Iowa o, guardando las proporciones, su mandante Piñera.
Pero quien perdió el poder o quien da la impresión de estar perdiéndolo, será rápida presa de sus picotazos de aura tiñosa, de su indignación y crítica desmemoriada y extemporánea. Ud. olvidará su pasado y denunciará al defenestrado ante el nuevo poder.
Piñera debe poner su tarjeta en remojo, como también la Universidad de Iowa.