30 nov 2011

La levedad de la política

El diputado René Alinco reconoció que su voto a favor del presupuesto de la educación no fue “gratis”.

El Alcalde de Providencia, el ex Dina, Cristian Labbé continúa apoyando a un torturador condenado a más de 140 años de cárcel justificando de manera descarada las más brutales violaciones a los Derechos Humanos.

El Gobierno publica un diario que su sola distribución costará 17 millones de pesos y donde, entre otros, la Primera Dama publicará la receta de un budín. Y mientras todo esto pasa, algunos aún pretenden que la ciudadana confíe en la política.

La baja inscripción en los registros electorales, la mala evaluación de los conglomerados políticos y las notas rojas en términos de confianza y credibilidad, no son más que el resultado de malas prácticas y el abuso de poder.

Es cierto que éstas se dan en todos los ámbitos; el retail, los bancos, los servicios y todos con el común denominador: el deseo insaciable de mantener el poder, el status, las ganancias, las utilidades.

En exactamente un año más serán las elecciones municipales, posteriormente las parlamentarias y presidenciales, este será el momento en que cientos de candidatos saldrán a las calles con sus propagandas llenas de propuestas y frases creadas del marketing, pero pocos son los que asumirán la carga del desprestigio de la política que está peligrosamente anquilosándose en el colectivo.

Este es el mejor escenario y tal vez la única oportunidad, para que las nuevas generaciones puedan hacer valer su voz y opinión a través de exigir a las autoridades la pronta aprobación del voto voluntario e inscripción automática.

También es un gran escenario para la emergencia de la llamada “generación de recambio”, personas jóvenes que ven la política como un instrumento para mejorar la calidad de vida de los otros, más que como un bien.

Las últimas movilizaciones sociales dan cuenta de una sociedad cada vez más informada, empoderada y poco dispuesta a entregar su voto a quienes sólo ofrezcan propuestas pero representan las viejas prácticas de siempre.

Mientras exista el sistema binominal la política será un acuerdo de dos fuerzas y no permitirá que estos movimientos tengan verdaderos representantes.

Sin lugar a dudas, le emergencia de nuevas caras poco permeables a las prácticas de la política, serán quienes tengan las mayores opciones de cautivar a esta ciudadanía cada vez más desconfiada pero consciente del valor de su voto.

El poder  de un voto es mucho más que miles de personas movilizándose, esperemos que nuestros representantes, esta vez sin cálculos  electoral, puedan entregarle a Chile una gran herramienta como es el voto voluntario.

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  • miguel diaz

    Estimada Carol: Esperanzador el texto que nos ofreces. Sin embargo, sugiero distinguir entre contenidos, personajes y estructuras. Ya no nos basta que sólo cambien los dos primeros sino también las ultimas. Pero: ¿Porqué aquellos que actualmente se rentan de las múltiples formas del poder existentes van a querer cambiar? Su problema no pareciera ser el cambio sino cómo generar contenidos y estructuras nuevos para que todo cambie sin cambiar nada. Ante eso, el camino de construir por fuera del actual sistema político, es un duro y largo desafío pero inescapable si se quiere cambiar algo en serio. La brecha chilena actual, nuestros sueños civilizatorios, pasado el gobierno de la Derecha y la Concertación, requiere un nuevo y profundo proyecto político. Existe una posibilidad de airear el sistema avanzando hacia ello mediante el llamado Contrato 1+1. Modalidad que habría que instaurar en la oposición chilena, en el cual todo representante popular es elegido con un voto de los partidos y un voto de los movimientos sociales en tanto tales. Para la perdida legitimidad política chilena, las elecciones primarias ofrecidas, no son más que gatopardismo que nada agrega. Tengo la impresión que Chile necesita algo más que eso para ser un país desarrollado y decente.

  • miguel diaz

    Estimada Carol: Esperanzador el texto que nos ofreces. Sin embargo, sugiero distinguir entre contenidos, personajes y estructuras. Ya no nos basta que sólo cambien los dos primeros sino también las ultimas. Pero: ¿Porqué aquellos que actualmente se rentan de las múltiples formas del poder existentes van a querer cambiar? Su problema no pareciera ser el cambio sino cómo generar contenidos y estructuras nuevos para que todo cambie sin cambiar nada. Ante eso, el camino de construir por fuera del actual sistema político, es un duro y largo desafío pero inescapable si se quiere cambiar algo en serio. La brecha chilena actual, nuestros sueños civilizatorios, pasado el gobierno de la Derecha y la Concertación, requiere un nuevo y profundo proyecto político. Existe una posibilidad de airear el sistema avanzando hacia ello mediante el llamado Contrato 1+1. Modalidad que habría que instaurar en la oposición chilena, en el cual todo representante popular es elegido con un voto de los partidos y un voto de los movimientos sociales en tanto tales. Para la perdida legitimidad política chilena, las elecciones primarias ofrecidas, no son más que gatopardismo que nada agrega. Tengo la impresión que Chile necesita algo más que eso para ser un país desarrollado y decente.