El diputado René Alinco reconoció que su voto a favor del presupuesto de la educación no fue “gratis”.
El Alcalde de Providencia, el ex Dina, Cristian Labbé continúa apoyando a un torturador condenado a más de 140 años de cárcel justificando de manera descarada las más brutales violaciones a los Derechos Humanos.
El Gobierno publica un diario que su sola distribución costará 17 millones de pesos y donde, entre otros, la Primera Dama publicará la receta de un budín. Y mientras todo esto pasa, algunos aún pretenden que la ciudadana confíe en la política.
La baja inscripción en los registros electorales, la mala evaluación de los conglomerados políticos y las notas rojas en términos de confianza y credibilidad, no son más que el resultado de malas prácticas y el abuso de poder.
Es cierto que éstas se dan en todos los ámbitos; el retail, los bancos, los servicios y todos con el común denominador: el deseo insaciable de mantener el poder, el status, las ganancias, las utilidades.
En exactamente un año más serán las elecciones municipales, posteriormente las parlamentarias y presidenciales, este será el momento en que cientos de candidatos saldrán a las calles con sus propagandas llenas de propuestas y frases creadas del marketing, pero pocos son los que asumirán la carga del desprestigio de la política que está peligrosamente anquilosándose en el colectivo.
Este es el mejor escenario y tal vez la única oportunidad, para que las nuevas generaciones puedan hacer valer su voz y opinión a través de exigir a las autoridades la pronta aprobación del voto voluntario e inscripción automática.
También es un gran escenario para la emergencia de la llamada “generación de recambio”, personas jóvenes que ven la política como un instrumento para mejorar la calidad de vida de los otros, más que como un bien.
Las últimas movilizaciones sociales dan cuenta de una sociedad cada vez más informada, empoderada y poco dispuesta a entregar su voto a quienes sólo ofrezcan propuestas pero representan las viejas prácticas de siempre.
Mientras exista el sistema binominal la política será un acuerdo de dos fuerzas y no permitirá que estos movimientos tengan verdaderos representantes.
Sin lugar a dudas, le emergencia de nuevas caras poco permeables a las prácticas de la política, serán quienes tengan las mayores opciones de cautivar a esta ciudadanía cada vez más desconfiada pero consciente del valor de su voto.
El poder de un voto es mucho más que miles de personas movilizándose, esperemos que nuestros representantes, esta vez sin cálculos electoral, puedan entregarle a Chile una gran herramienta como es el voto voluntario.