Hablan los panelistas del café. Andrés Palma se lamenta que los que han sido de la DINA o que piensan como piensa Labbé tangan derechos políticos. Con una habilidad notable, Patricio Dussaillant le dice que en Chile existía el artículo 8 de la Constitución (que fue derogado en 1989, como parte del pacto democrático y que excluía a personas de la ciudadanía por sus ideas). Palma responde que en Alemania se ha hecho y Patricio reitera su argumento. Cecilia Rovaretti le pregunta a Palma por qué no hizo lo mismo la Concertación. Dussaillant repite que eso estaba y que fue derogado. Serrano y Palma argumentan que no se podía, que no había mayorías… ¡Todo mal!
Pésimo.
Ni por derechista, ni por izquierdista, ni por fascista, ni por sionista, ni por anarquista, ni por socialista, nadie puede ser excluido de la ciudadanía por sus ideas. Toda idea, por perversa que sea, puede ser sostenida, pero eso no significa que toda idea pueda ser aplicada.
Porque yo puedo querer algo y si ese algo es malo para el país tengo derecho a combatirlo con ideas o a tratar de que esas ideologías no ganen las elecciones. Pero no tengo derecho a prohibir la participación política de alguien simplemente porque sus ideas sean consideradas negativas.
Deben condenarse los actos y entonces en Chile los que han sido condenados por los tribunales por sus conductas delictuales suspenden o pierden la ciudadanía.
Eso es así, señores panelistas, sin necesidad de nuevas leyes ni de artículos octavos. Por eso Krasnoff no tiene derecho a voto y si lo tiene Labbé, ya que a este último no le ha sido probado crimen alguno. Aunque sea un fascista, le guste la DINA, añore a Pinochet.
Distinto es esperar, como espera Palma y todos nosotros, que la UDI no levante como candidato a un hombre que se vanagloria de haber servido en la DINA. Si él va por fuera y el pueblo de Providencia lo elige, es otro asunto. Pero un partido que dice ser demócrata debiera tener más cuidado en elegir a sus candidatos.
Claro que, si se limita a Labbé, habrá que preguntarse por Novoa y tantos otros que sirvieron a la dictadura al límite del delito. (Recordemos que de las dependencias de Novoa salieron los asesinos de Tucapel Jiménez).
Lo que el artículo 8 – que echa de menos Dussaillant y que le gustaría tener a Palma – prohibía eran ciertas ideas y contra eso luchamos con encono.
Jaime Guzmán defendía ese articulado, pues su idea era restringir los riesgos de la democracia y como desconfiaba del pueblo le resultaba más cómodo tener un dispositivo legal para eliminar opositores a sus consignas y doctrinas.
Eso es inaceptable para un demócrata de verdad. Recuerdo que la revista HOY citaba a Voltaire, quien dijo que estaría dispuesto a dar su vida por el derecho de su oponente a expresar sus ideas.
La verdadera protección contra los enemigos de la democracia que se encubren o usan sus normas está en que sean denunciados ante el pueblo y éste no los elija para cargos públicos.
O si los elige, sea con la conciencia clara de lo que está haciendo.
No se puede proteger la democracia usando las normas y criterios de las dictaduras.