A propósito del muy sospechoso diferendo entre Codelco y Angloamerican, el ministro de Economía Pablo Longueira exigió que el asunto lo resolvieran las empresas privadamente y cuestionó la intervención del Estado; agregó que las exigencias “estatistas o nacionalizadoras” dejan a Chile a la altura de una república bananera. Calificativo despectivo hacia las regiones tropicales del continente cuyo uso es muy propio del nacionalismo fascistoide.
Pero si por república bananera se entiende un país del absurdo, de excesos, de ruptura de toda lógica y toda ética, quizás entonces podría decirse que el nuestro es un país bananero, pero por razones muy distintas de las que da el pintoresco ministro. Veámoslas.
Si hablamos de Educación, la Organización para la Cooperación y Desarrollo, OCDE, registra a Chile con uno de los 6 países con aranceles más altos del planeta, con el segundo lugar en desigualdad educacional del mundo, un país en que el 15% de los recursos para educación los pone el Estado y el 85% los familiares de los estudiantesy en el que casi el 60% de los jóvenes, tras endeudarse en un promedio de 20 millones de pesos, termina por no poder trabajar en aquello que estudió.
Y sin embargo el gobierno se resiste, tras muchos meses de lucha estudiantil, a resolver siquiera parcialmente el grave problema de la educación en Chile. No parecemos un país serio.
Si hablamos del cobre, sucede que La Disputada, hoy mina Los Bronces, fue vendida por la estatal Enami en la suma de 90 millones de dólares en 1979 a la transnacional Exxon la que, tras más de 20 años de explotación y sin pagar ni un centavo de impuestos a Chile la vendió a la Anglo American en 1.300 millones de dólares en el 2003.
La opción de recompra por parte del Estado pudo hacerse en esa época, gobierno de Ricardo Lagos, pero no se hizo. Y hoy la estatal Codelco se esfuerza por pagar alrededor de 7.000 millones de dólares por el 49% de las acciones de esa empresa.
Vaya salto, de 90 a 7.000 millones de dólares, vaya negocio para las transnacionales, vaya pérdida para la educación y la salud de los chilenos.
Hay que agregar que tanto el Estado como las empresas supuestamente adversarias han confiado su defensa en la controversia judicial a poderosos estudios jurídicos vinculados entre sí y con relaciones con importantes personajes y ministros del actual gobierno y de los anteriores.
Los intereses de Codelco no los defienden sus propios asesores jurídicos, ni el Consejo de Defensa del Estado, sino también costosos bufetes relacionados con los de la contraria. ¿No le llama la atención a nadie? Algo huele a banana.
Crece la delincuencia, no existe el candado prometido para la puerta giratoria. Pero el ministro de Justicia prefiere emprenderlas contra los jueces, a los que amenaza abiertamente, y contra los fiscales.
En cambio se queda mudo en todo lo que sucede en materia de derechos humanos que resulta público y notorio que es algo que le importa poco o nada. No resulta lógico ni serio.
Broche de oro, el coronel Labbé en su condición de alcalde de Providencia, es anfitrión de un homenaje público a uno de los militares más perversos y crueles de la historia.
Con 22 condenas a cuesta por 28 asesinados y con medio centenar de procesos pendientes, el sádico torturador es mostrado como víctima. Las explicaciones de la eventual participación de Piñera no suenan convincentes y la UDI ha dado su espaldarazo político al ex agente de la Dina, el señor Labbé.
Definitivamente, hay razones para pensar que no somos un país como para tomarse en serio.