Nuestra capacidad de asombro parecía ya completamente agotada después de 21 meses de la nueva forma de gobernar e innumerables gaffes y otras tantas situaciones incomprensibles. Pero lo que hizo el alcalde UDI de Providencia logra hacer salir de su letargo incluso al ciudadano más habituado a la atrabiliaria conducta de los principales líderes de la derecha criolla, probablemente entre las más conservadoras del planeta.
El coronel Labbé organiza con todo desparpajo en instalaciones municipales un homenaje al emblemático criminal Miguel Krassnoff, que desde su posición de poder en la dictadura de Pinochet, ejerció la tortura y provocó la muerte de muchas chilenas y chilenos.
Hacerle un reconocimiento público a quien ha sido condenado a cientos de años de cárcel por innumerables violaciones a los derechos humanos es una provocación al sufrimiento de muchísimas familias chilenas y una demostración del apego de algunos líderes oficialistas a la cultura del odio que prevaleció por varias décadas en Chile.
Habiendo transcurrido tantos años y con una opinión ciudadana consolidada respecto del drama que vivió Chile en dictadura, uno legítimamente se pregunta qué puede motivar a un alcalde de gobierno a impulsar una actividad como ésta, por qué un coronel en retiro del Ejército busca polarizar nuevamente al país entre víctimas y victimarios y por qué un alcalde con militancia en el principal partido de la Alianza, decide involucrar al Presidente de la República invitándolo a la actividad como si se tratara de la inauguración de un jardín infantil.
¿A quiénes está enviando un mensaje encriptado el Alcalde de Providencia?
El hecho es que Labbé retrotrae el país a su peor momento, se burla del sufrimiento de numerosas familias chilenas y revive divisiones que parecían superadas.
El presidente de la UDI debe decirle al país si avala o rechaza que sus militantes promuevan homenajes a criminales.
Al Alcalde le recordamos que muchos dieron su vida para recuperar la democracia de la que hoy profita para honrar a un asesino. Reivindicando la tortura y la muerte, nos quiere decir que ahí están, como esperando una nueva oportunidad de ensañarse con la gente.
Si de problemas heredados se trata, nosotros sí que tuvimos lastre y herencia que superar, al punto que todavía no logramos desembarazarnos por completo de ella.
La pesada herencia de la derecha chilena no son los problemas sin resolver del desarrollo chileno, es esa tradición autoritaria que emerge cada tanto, es el desprecio a la democracia y a los derechos humanos que aflora en el discurso y la práctica de algunos de sus liderazgos, es lo que parte de la derecha reniega en público y aplaude en privado.
El Consejo General de La UDI recibió con vítores al coronel(r) Labbé luego de cerrar los colegios y cerrarle el ingreso a alumnos de otras comunas.
¿Tendrá conciencia la derecha del impacto que tienen hechos como éste para la imagen de nuestro país, para el juicio que se hacen de nosotros en las más diversas latitudes del planeta?
El Alcalde Labbé, al igual que otros líderes de la derecha, no se conmovió con la realidad mostrada por Los Archivos del Cardenal. Probablemente se negó a ver las imágenes del sufrimiento que vivió parte importante de Chile en ese periodo.
Él ha preferido –esperamos que no lo sigan otros dirigentes de la Alianza- tomar un rol protagónico en Los Archivos del General, allí donde felizmente no quiere estar la gran mayoría de los chilenos, cualquiera sea su preferencia política.