23 oct 2011

Indignados, movilización y democracia

Una oleada intensa de indignación y movilización ha invadido y conmueve el mundo en nuestros días.

Un diario inglés (“The Guardian”) preparó una especie de mapa de tal indignación y movilización y en suma puede concluirse que casi no existen países o áreas del mundo contemporáneo en que este fenómeno no haya ocurrido. ¿Cuánto durará? Nadie lo sabe.

Los indignados y sus movilizaciones son exitosas, en el sentido que convocan a numerosos grupos de personas que se manifiestan con entusiasmo y convicción – la única excepción parece ser Australia en que la convocatoria de los indignados no logró atraer ni a los canguros (algo de humor conviene, de vez en cuando).

La gran mayoría de las movilizaciones han ocurrido sin violencia, tras convocatorias atractivas y manifestaciones respetuosas de los derechos de los no-indignados o quizás también indignados pero no dispuestos a manifestarse en las calles.

Italia y Chile han sido la excepción a esa no-violencia.

En Chile, una tras otra, las marchas, manifestaciones, tomas, retomas y ocupaciones ciertamente ilegales de escuelas, universidades y hasta de la ex sede del Congreso Nacional en Santiago, han ocurrido acompañadas de violencia.

Así, alrededor de mediados de octubre del 2011 un rápido conteo mostraba que en el año 2010 han ocurrido 108 marchas, muchas de ellas convocadas por el movimiento estudiantil.

Objetivamente, sin proponer todavía un análisis de las causas y responsabilidades, todas o casi todas esas muestras de indignación movilizada han sido acompañadas de desmanes y violencia: 1.567 detenidos, 348 querellados, 12 privados de libertad y un número indeterminado de indignados sujetos a alguna medida cautelar.

La violencia ha provocado daños a bienes públicos y privados en todos los lugares en que las movilizaciones han ocurrido.

El Alcalde de la ciudad de Santiago estima en alrededor de 1.100 millones de pesos los daños originados en las manifestaciones.

Esta cifra puede ser discutida, puede incluso ser quizás exagerada, pero que ha habido violencia y daños, los ha habido

Ahora bien, el contenido de las demandas de tales movilizaciones es bastante claro y conocido si se trata de las materias educacionales.

Sin embargo, si se trata del régimen político las proposiciones se vuelven menos claras y apuntan sobre todo a que se estaría ejerciendo la democracia (que algunos denominan “verdadera”) y en contra de la política, los partidos políticos y los políticos (“que se vayan todos” o “el pueblo sin partidos avanza unido”, rezan algunos de los slogans en Chile).

Veamos. Es cierto que en las movilizaciones se ejerce la democracia política. Pero una parte de ella, aquella que dice relación con las libertades de reunión y de expresión.

Sin embargo, la democracia política es más que aquello, bastante más.

La democracia real, la existente, la conocida, incluye también las instituciones políticas, los partidos políticos, la selección de candidatos, las campañas electorales, las elecciones libres e informadas, el derecho y el ejercicio del sufragio, el Congreso y los procesos legislativos, el poder judicial independiente y autónomo, el estado de derecho.

Esas instituciones y procesos políticos son complejos y, si son ejercidos con responsabilidad, requieren tiempo, estudio, arduo trabajo, paciencia, voluntad y capacidad de articulación, agregación, diálogo y compromiso.

Está por verse si los ciudadanos indignados y movilizados estarán dispuestos a organizarse y entrar en la política democrática tal y como ella es.

Sea para cambiarla desde dentro, si así lo quieren, o si adoptarán el camino de seguir indignados, movilizados y acompañados de la violencia sin proponer algo razonable que sea aceptado por los otros ciudadanos que, en democracia, tienen su misma dignidad y derechos.

También –y más importante aún a mi juicio- está por verse si los políticos chilenos, especialmente los de centro, centro izquierda y centro derecha, perciben la gravedad de la situación actual y son o no capaces de captar las causas de la indignación y movilización y de liderar un esfuerzo democrático para lograr más y mejor democracia política, no menos.

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  • Guillermo Parra

    Concuerdo con lo expresado por el columnista, pero creo que la protesta o “indignación” va más allá de “la politica” como medio de gobierno. Creo que la idignación apunta, aunque se tenga una confusa conciencia de ello por parte de los mismos participantes,  a un tipo de sociedad que se percibe agobiante e injusta para el 70% de la población. Y no estamos siendo felices. La educación es solo el fusible de  esta situación y los que pagan el “pato” son la politica y los politicos, porque se percibe que ellos son los responsables mas directos, y sin duda los son, pero creo que hay otros que son mas responsables y que están calladitos haciendo sus negocios y trabajando para ver como podemos esquilmarnos unos a otros de mejor manera. Dificil cosa.

  • Guillermo Parra

    Concuerdo con lo expresado por el columnista, pero creo que la protesta o “indignación” va más allá de “la politica” como medio de gobierno. Creo que la idignación apunta, aunque se tenga una confusa conciencia de ello por parte de los mismos participantes,  a un tipo de sociedad que se percibe agobiante e injusta para el 70% de la población. Y no estamos siendo felices. La educación es solo el fusible de  esta situación y los que pagan el “pato” son la politica y los politicos, porque se percibe que ellos son los responsables mas directos, y sin duda los son, pero creo que hay otros que son mas responsables y que están calladitos haciendo sus negocios y trabajando para ver como podemos esquilmarnos unos a otros de mejor manera. Dificil cosa.

  • patricio chaparro navarrete

    Gracias don Guillermo por su interesante comentario.
    Convengo con usted que la indignación y movilización tiene también componentes de orden socio-económico y de protesta contra los abusos que afectan a muchos de los indignados.
    Sin embargo mi columna se centró en esta ocasión en las dimensiones políticas del asunto.
    Mi hipótesis es que en nuestro caso la indignación proviene en buena medida porque los consumidores consideran que no han sido incorporados a los beneficios del sistema y que éste ha abusado de ellos.  Y como Chile es un país altamente político, la indignación se expresa políticamente y en contra de la política, los políticos, los partidos políticos y el régimen político.
    El riesgo consiste en que botemos el agua sucia de la bañera y, sin darnos cuenta, botemos también la guagua - el regimen político democrático imperfecto que tenemos.
    A mi juicio, es solamente en ese régimen político que es posible manifestar la indignación, movilizarse, organizarse y cambiar aquello que haya que cambiar para mejorar la situación.
    En fin, como usted anota, la cosa no es fácil, pero podríamos hacerla aún más dificil.
    Atentos saludos, PChN

  • patricio chaparro navarrete

    Gracias don Guillermo por su interesante comentario.
    Convengo con usted que la indignación y movilización tiene también componentes de orden socio-económico y de protesta contra los abusos que afectan a muchos de los indignados.
    Sin embargo mi columna se centró en esta ocasión en las dimensiones políticas del asunto.
    Mi hipótesis es que en nuestro caso la indignación proviene en buena medida porque los consumidores consideran que no han sido incorporados a los beneficios del sistema y que éste ha abusado de ellos.  Y como Chile es un país altamente político, la indignación se expresa políticamente y en contra de la política, los políticos, los partidos políticos y el régimen político.
    El riesgo consiste en que botemos el agua sucia de la bañera y, sin darnos cuenta, botemos también la guagua - el regimen político democrático imperfecto que tenemos.
    A mi juicio, es solamente en ese régimen político que es posible manifestar la indignación, movilizarse, organizarse y cambiar aquello que haya que cambiar para mejorar la situación.
    En fin, como usted anota, la cosa no es fácil, pero podríamos hacerla aún más dificil.
    Atentos saludos, PChN