La derecha al parecer está “demediada”, para introducir en la compleja política nuestra un nuevo término, proveniente de la literatura universal. (1)
Se trata en realidad de algo no tan nuevo en la política democrática: la tendencia de los partidos políticos individuales y de las coaliciones de partidos a dividirse en facciones más o menos irreconciliables, al menos hasta que se percibe cercana una elección, especialmente si ella es presidencial.
Así, en las últimas semanas la coalición de Gobierno se ha visto enfrentada a varios temas, entre ellos el tributario y el de las reformas políticas. Y en las posiciones que han sido adoptadas, la derecha se ha demediado.
En materias sociales, una parte demediada, que sugiero designar como la heterodoxa o política, reclama que su Gobierno debe emprender e impulsar una reforma tributaria que grave con mayores tributos a las empresas.
Se trataría así de obtener los recursos financieros necesarios para llevar adelante reformas sociales, tales como aquellas necesarias para atender las demandas en materia de educación, la reconstrucción pos terremoto y maremoto del 2010 y la crisis económica internacional, que, arguyen, terminará por llegar a estas playas del fin del mundo.
Los problemas específicos a enfrentar serían la desigualdad en la distribución del ingreso, los problemas socio-económicos y los abusos que afectan a la ciudadanía.
La otra parte demediada, que sugiero denominar ortodoxa o económica, ha adoptado la posición que un alza de impuesto a las empresas afectará el crecimiento económico y la inversiones que se necesitan para el desarrollo del país.
Las verdaderas materias que habría que enfrentar serían el crecimiento económico, la seguridad ciudadana y el respeto al estado de derecho.
Si fuere preciso llevar adelante reformas tributarias ellas deberían apuntar a una rebaja de la tributación de las personas –los sectores medios- y una rebaja del impuesto a los combustibles.
En materia de reformas políticas, los heterodoxos declaran estar dispuestos a revisar el sistema binominal y aprobar todos aquellos cambios que permitan enfrentar los riesgos políticos asociados a la falta de representatividad política de que adolece el actual sistema electoral.
A su vez, los ortodoxos argumentan que no es preciso introducir cambios al sistema binominal, el cual, aducen, asegura la gobernabilidad de un país como Chile, tan dividido en materias políticas.
El aludido proceso de demediación se aprecia también en materias de orden ético, en que los heterodoxos optan por posiciones favorables al divorcio, el aborto -aquel que denominan terapéutico-, el proyecto de ley sobre Acuerdo de Vida en Común (AVC).
Mientras tanto los ortodoxos se oponen a tales posiciones, asumiendo puntos de vista y valores más tradicionales, señalando que, por ejemplo, el AVC no sería sino una especie de preámbulo al matrimonio entre personas del mismo sexo.
Con una coalición de derecha en el Gobierno así demediada -y una coalición de Oposición extinta según algunos o al borde de extinguirse, según otros- se comprende mejor por qué los políticos, los partidos y las instituciones hasta la fecha han sido incapaces de hacer frente, encauzar y solucionar, políticamente, las movilizaciones y demandas provenientes de la ciudadanía indignada, híper movilizada y con una intensa desafección por la política.
En vista de la existencia de tan disminuidas coaliciones políticas, no es seguro si las movilizaciones y demandas ciudadanas terminarán por fortalecer o por debilitar aún más el vulnerable, criticable y siempre intensamente criticado régimen político democrático.
(1)Nota del autor: El término está tomado de una novela intitulada “El Visconde demediado”, que forma parte de una trilogía de novelas fantásticas del intelectual italiano Italo Calvino, considerado por muchos el más grande los escritores italianos del siglo XX (las otras dos novelas son “El Barón Rampante” y “El Caballero Invisible”).