Desde Elvis hasta Hitler, pasando también por la llegada del hombre a la luna o los atentados a las Torres Gemelas. Cada vez que algún personaje relevante –para bien o para mal- muere o un suceso impactante ocurre, hay quienes insisten en la falsedad del deceso o suceso.
A veces por no querer aceptar su pérdida y otras por atribuirlo a algún plan o artimaña secreta. Quienes niegan el suceso son tratados de incrédulos y, cuando mencionan su discrepancia, abundan los cuestionamientos a su cordura.
La noche del jueves 9 de noviembre de 1989 ocurría uno de esos sucesos. El muro de Berlín, que había separado a una nación por 28 años, abría por primera vez el paso libre a los ciudadanos de las “dos Alemanias”.
Cabe recordar que el muro había sido construido por la llamada Alemania “del este”, según las fuentes oficiales, para proteger a su población de elementos fascistas que conspiraban para prevenir “la voluntad popular” de construir un estado socialista. Un propósito “justo” que bastaba para encerrar a su población.
Con la caída del muro, la cortina de hierro se vino abajo, y no faltó mucho tiempo para que en esa caída lo siguiera la URSS. El mundo cantó la victoria sobre el socialismo-marxista, y con ello también sobre el comunismo. La ideología marxista, que había inspirado a esos gobiernos, había muerto.
Ha pasado el tiempo y, a pesar de haber ejemplos concretos donde el marxismo sigue existiendo, quienes intentan denunciarlo son rápidamente tildados de añejos y anticuados.
Se dice que se quedaron en el pasado. Pero lo cierto es que el marxismo está más vivo que nunca.
En Chile tenemos algunos conocidos representantes de esta ideología: la presidenta de la FECH, Camila Vallejo, y el presidente del Colegio de Profesores, Jaime Gajardo.
Rostros principales de las manifestaciones estudiantiles, laborales y cuantas otras hayan.
Es que no se trata de que sea todo parte de una gran coincidencia. Todo tiene una explicación.
El comunismo ha avanzado con cautela, pero ha avanzado. Quizás uno de sus más grandes éxitos es precisamente hacernos pensar a todos que quienes lo profesan, han cambiado de parecer. El problema aquí es que la caída de los regímenes no implicaba necesariamente el abandono de aquella concepción.
La mencionada ideología plantea que toda la historia de la sociedad humana, es una historia de lucha de clases, en este caso del proletariado (trabajadores) y los burgueses (capitalistas).
Por lo mismo, atribuyéndose -sin permitir cuestionamientos- la representación de los primeros, abiertamente declaran que sus objetivos sólo pueden alcanzarse derrocando por la violencia todo el orden social existente(1) .
Lo anterior aplica desde la propiedad privada -que buscan abolir definitivamente-, continúa con la libertad -pues afirman que sólo es alcanzable por la burguesía, y por lo mismo corresponde abolirla- y finalmente llega a la familia y la educación, las cuales son fruto de este sistema y como expresan que sólo es posible constituir una familia en su forma más íntegra por quienes tienen los recursos, al acabar con la propiedad privada ésta también habría de desaparecer.
¿Discrepa de esas afirmaciones? Pues yo también.
Lógicamente la aspiración del marxismo no tiene que ver con una suplantación inmediata, pues al no contar con el suficiente poder para este derrocamiento violento de la “clase gobernante”, aspiran primero a cambios paulatinos.
Sólo por citar algunas de las recomendaciones a ser aplicadas en los distintos países, con carácter más o menos general según los casos: Fuerte impuesto progresivo; Centralización del crédito en el Estado por medio de un Banco nacional con capital del Estado y régimen de monopolio; Nacionalización de los transportes; Educación pública y gratuita de todos.
¿Le suena conocido?
Pues quizás pueda revisarlas usted mismo en aquel documento que es base bibliográfica del Partido Comunista a nivel mundial y también chileno(2) , escrito en el siglo XIX por K. Marx y F. Engels: el Manifiesto del Partido Comunista(3) , para contrastarlo luego con algunas de las demandas “ciudadanas”, que a primera vista parecen aisladas.
Pero más que las medidas, el origen de sus planteamientos es por lejos lo más preocupante.
Una ideología que se basa en la lucha entre las personas, y que busca sembrar el odio entre ambos, es ciertamente una que nos llevará a la violencia.
No es casualidad que Vallejo, Gajardo y otros dirigentes planteen que estudiantes, trabajadores y pobladores son aliados en esta “lucha social”.
Esa es precisamente la mirada marxista, pues para ellos el común entre estos grupos es la condición de explotados, la cual debe ser reivindicada mediante la confrontación con los explotadores. Pero –y espero que en esto coincidamos- nada bueno puede salir del fomento del odio de unos contra otros.
¿Todo esto quiere decir que todas las personas que participan de las movilizaciones y otros actos de manifestación son marxistas o comunistas?
¡Por supuesto que no!
Es más, me atrevo a decir que la mayoría, de hecho, no lo es.Pero la consigna fácil que estos líderes promueven se aprovecha del descontento social para canalizarlo hacia sus propios propósitos. Ese es el modus operandi que radica simplemente en la visión de sociedad de oprimidos y opresores que ellos buscan fomentar.Y en esto juegan con la desinformación más que con la argumentación.
Somos muchos quienes discrepamos de esta visión y creemos, muy por el contrario, que nuestra sociedad no está llamada a una lucha de clases, sino a un trabajo conjunto por el bien común, es decir, las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno su mayor realización espiritual y material posible; que el Estado debe estar al servicio de las personas, y no al revés; que la Familia es el núcleo de la sociedad y corresponde al estado protegerla y apoyarla; que la libre iniciativa de las personas (particulares) debe ser el primer motor de la sociedad, porque el Estado lo hemos formado para alcanzar aquellos bienes (no de consumo, simplemente bienes) que solos no podríamos alcanzar -y no para reemplazarnos en lo que sí podemos realizar.
Todos quienes creemos en esa sociedad, distinta a la promovida por el comunismo, debemos estar alertas pues es hora de expresar con convicción estas y muchas otras ideas, porque en el fondo de todo el debate educacional y de otras materias, hay un debate sobre esa visión de sociedad.
No se trata de que “el mal haya llegado”, sino que simplemente Chile necesita de un debate de frente, a la cara, y no escondido bajo consignas que sólo buscan engañar para ganar rápidamente.
El debate está abierto, sólo basta que quienes creen en esa sociedad distinta a lo que plantea el marxismo lo hagan ver, pues si aguardan en silencio no serán más que cómplices de una victoria para ese Elvis que parecía estar muerto.
(1)Manifiesto del Partido Comunista (K. Marx y F. Engels)
(2)www.pcchile.cl
(3)http://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm