Así bautizó a Piñera el Financial Times. Sólo en lo que se refiere a materias políticas, puesto que para los negocios es como avión. El sayo le viene.
Sencillamente no parece capaz de escuchar lo que centenares de miles de estudiantes, profesores y académicos le vienen diciendo hace meses, marchando pacífica y alegremente bajo el sol, la lluvia o la nieve.
Millones se lo vienen recordado a cacerolazo limpio en las últimas semanas. No hay caso.
Pensando que se trata de una negociación colectiva, insiste en encalillar todavía más a los estudiantes ofreciendo un par de pesos adicionales que irían a parar directamente a los bolsillos de los bancos y una manga de lucradores con la educación.
¡Escuche Sr. Presidente! ¡No es asunto de platas sino a que se destinan! ¡Lo que el movimiento exige es algo que conviene y desea todo Chile: que el Estado vuelva a hacerse cargo de la educación y punto!
La sordera del Gobierno puede hacer perder el año escolar. Debe sentarse ahora a conversar seriamente con los actores movilizados. Si lo hace en disposición de escuchar de verdad, no parece difícil consignar las concesiones ya otorgadas y concordar un procedimiento democrático para resolver las diferencias.
La clave de la salida al conflicto es que el gobierno se siente a negociar seria y directamente con los actores sociales movilizados. Para ello resulta indispensable acordar de antemano determinadas condiciones que den garantías a la negociación misma, más que la aceptación previa de algunos puntos del petitorio del movimiento.
Por ejemplo y en primer lugar, el establecimiento de la mesa no debería requerir el término de las movilizaciones sino por el contrario, supone que las mismas continuarán por los cauces que sus dirigentes estimen más apropiados en cada momento.
En segundo lugar, debieran participar el gobierno y todos los actores movilizados y no otras partes interesadas.
Es decir, los estudiantes secundarios, universitarios y de postgrado, los profesores, académicos y funcionarios, pero no los sostenedores, rectores, “expertos,” etc. Ello sin perjuicio que de común acuerdo pueda incluir a parlamentarios que posteriormente deberán legislar al respecto.
En tercer lugar, el gobierno debe comprometerse a no enviar proyectos al parlamento referidos a educación antes de concluir los trabajos de la mesa de negociación.
Muy especialmente, el presupuesto de educación 2012 debiera ser sometido a la discusión de esta mesa en los puntos atingentes. Los estudiantes tienen claro que todos los recursos requeridos deben consignarse en la ley de presupuesto y el gobierno tiene iniciativa exclusiva al respecto.
Se puede acordar de antemano que la mesa consignará los puntos ya aceptados por el gobierno, que no son pocos y definirá de común acuerdo un mecanismo democrático para resolver las diferencias, que son las más.
En cuanto a los primeros, por ejemplo, parece importante el ofrecimiento del Ministro de Hacienda de incrementar el presupuesto educacional en un 30 por ciento al 2014.
Ello equivale a un ritmo de incremento del gasto de 9 por ciento anual. Puede ser necesario un poco más, pero no parece lejano a lo que se necesita para atender las principales demandas de forma razonable. Como se ha mencionado, felizmente no hay en este caso un problema de platas.
En cuanto a las diferencias, el movimiento ha planteado que el plebiscito parece la mejor forma de resolverlas, lo cual ha ganado una aceptación nacional impresionante.
Sin embargo, específicamente para algunas materias de educación, puede haber formas inmediatas alternativas. Una de éstas, por ejemplo, puede consistir en que el gobierno utilice su iniciativa legislativa exclusiva para depositar en el parlamento la resolución efectiva de algunas de estas materias, levantando las restricciones presupuestarias respectivas.
Los estudiantes han dado de si lo suficiente como para que merezcan ser escuchados de verdad. No se puede forzar que además pierdan el año escolar. La responsabilidad exclusiva de no sentarse a conversar con ellos seriamente recae sobre el gobierno.
Ellos lo vienen pidiendo desde hace semanas junto a sus rectores. Su reciente comparecencia ante el Senado mostró ante el país su disposición al diálogo y la notable seriedad de sus propuestas.
La alternativa para el gobierno es arriesgada. Siguen apostando al decaimiento del movimiento estudiantil. Sin embargo, hay indicios que éste podría derivar en un estallido social más generalizado. La cosa se les puede poner fea.
¿Serán capaces de escuchar? Según la Violeta, eran sordos. ¡Sordos! ¡Sordos!