Veo una insatisfacción real, profunda, innegable en torno a la educación recibida, en todos los niveles desde el pre-escolar hasta el universitario.
Dicha insatisfacción abarca diversos planos:
Estructurales, del modo como se ha organizado nuestra sociedad para responder a la necesidad de ser conducidos en un proceso de formación educativa.
Esenciales, donde la definición de lo que a educar ya no da cuenta de las reales necesidades y características de estudiantes, ni de la transformación cultural y social actualmente en marcha.
Materiales, de financiamiento, donde además queda de manifiesto una precariedad material en cuanto a infraestructura y demás recursos que afecta más directa y gravemente a aquellos establecimientos educacionales a los que asisten los estudiantes que provienen de las familias con menores ingresos, dejando de manifiesto la segregación social que caracteriza el funcionamiento de los servicios en Chile (y en muchos otros países también).
El descontento no es solo con la educación, el descontento es con el modo que nos hemos dado para establecer el funcionamiento de nuestra sociedad, el modelo económico, el modelo político imperante, que se instala a partir de una visión de Ser Humano y de Sociedad que ha fracasado, que no hace bien, que por donde se mire da muestras de desarmonía: en salud, en justicia, en desarrollo local y comunitario, medio ambiente, etc.
En Educación es muy evidente, y, nuestros jóvenes, pese al bombardeo de estímulos que pretenden hacer ver la realidad desde el mismo paradigma que nos tiene donde estamos, ya no pueden seguir negando su propia naturaleza, aquella tendencia a ser más, a trascender límites, a no caber por el estrecho cauce que se les ofrece para circular…la vida, la activación vital de nuestros jóvenes no puede seguir tolerando las estrecheces de lo dado por establecido.
Y se revela, y su voz hace eco, y retumba en cada cual, despertando la conciencia de las propias insatisfacciones acalladas por el conformismo de que “las cosas son así”… no, no, no son así, están así y deben transformarse, reclaman ellos.
A muchos de los adultos les apanica tal osadía, da miedo cambiar, da miedo “perder el año” perder lo ya ganado, que es malo, que no gusta, pero “peor es nada”, es decir, surgen lecturas desde el mismo paradigma, ese que hay que cambiar, paradigma que confunde la parte con el Todo, que desconoce la Unión de todos que es real, y desde donde se piensa que es posible ganar si otro pierde, sin lograr ver que si alguien pierde, todos perdemos, que esa ganancia es parcial y transitoria, pues a la larga traerá sus consecuencias.
El año escolar de una mala educación, no es punto de comparación con el tamaño de las transformaciones anheladas por este movimiento.
Claro que es un costo, pero desde una cierta perspectiva.
Otros más osados aseguran que los chicos están aprendiendo a vivir, a no dejarse obligar “a poco”, por el temor “a nada”, y que el riesgo de perder un año de mala educación, no debe amilanar la esperanza de que viene más y mejor.
Y si se puede no “perder el año”, tanto mejor, con creatividad y disponibilidad, es posible, pero este no es el gran tema, el gran tema es la transformación necesaria.
Los líderes, Camila, Giorgio, Freddy, se les ve con propiedad al hablar y moverse, más tranquilos y con menos miedo que los adultos y los responsables del gobierno, las alcaldías.
Sorprenden con su ecuanimidad en las lecturas, miran y dicen lo que ven, no se creen ni se enredan en suposiciones, describen más que enjuician, se informan, buscan en diferentes planos más información, se forman sus propias impresiones y las ponen sobre la mesa; sienten que no son recibidos, escuchados y no se conforman con el protocolo, la palabra bonita, expresan su malestar, no andan tratando de caerle bien a nadie.
Están expuestos eso sí, expuestos, como todo líder, a ser el blanco de las bajezas de los que se incomodan con su presencia, o de las adulaciones y tentaciones que ofrecen quienes tienen el hábito de sacar provecho -de otra calaña- ante la claridad que irradian, a hacerlos “pisar el palito” de que son ellos los lindos, los importantes, cuando son quienes les toca simplemente estar ahí, en representación de muchos.
Tienen cualidades para estar ahí, sin duda, pero les ofrecen perderse en figurar, en obtener ganancias personales, para distraerles del servicio que están realizando, que es a través de ellos, para el bien de Todos, la tentación a farandulizar sus vidas existe.
Sin duda, estos líderes deben estar bombardeados de estímulos, exigencias, oportunidades.
Lograr sostener una visión amplia y profunda del Todo, se dificulta cuando se está ahí, en medio de todo.
Urge acompañarles, mirarles, a ellos y al Todo, echarse para atrás para ampliar la panorámica, y ofrecerles lecturas, que enriquezcan sus comprensiones, sus impresiones, para fortalecerles; su éxito, es nuestro éxito, su impecabilidad, es nuestra impecabilidad.
Tienen con qué, van bien, se les ve censando bien la realidad, no se han dejado seducir, ni provocar, ni amilanar.
Pero el tiempo pasa, las posibilidades de que se complejice aún más la situación es real, las oscuridades de cada cual, el cansancio, las envidias, se han ido dejando ver de formas variadas.
Ofrezco, ofrecemos en este punto, la disposición como profesionales a compartir nuestras observaciones, desde la perspectiva que nos es posible, al estar en un plano del gran baile diferente al de ellos.
A los responsables del gobierno, se les ve sin libertad para atreverse a mirar, a recibir el llamado, la oportunidad histórica que el momento les ofrece de hacerse cargo de conducir la transformación que surge como necesaria para el bien de todos, atrapados en sus compromisos con el estatus quo, con lo establecido, con el paradigma dominante, cuan más cuan menos, se les ve incluso ignorantes de la posibilidad de detenerse a mirar, a tratar de mirar el cómo, el desde dónde están parados para recibir este movimiento.
Sus respuestas son siempre desde la misma lógica, y no logran encarnar una visión sensata que les permita comprender que es esa lógica la que está siendo cuestionada.
Apelan una y otra vez a los vicios del sistema, como mecanismo para tratar de validarse, sintonizando con la voz del miedo, de la pérdida personal, el miedo a perder el año escolar por ejemplo, a los desórdenes posteriores a las marchas, satanizan el movimiento como la causa responsable de las pérdidas o daños.
En el discurso del gobierno, frente a los disturbios sociales que hemos presenciado, sólo se escucha que los desórdenes son un mal que hay que castigar y reprimir y se culpabiliza a los movilizados, no se le da una vuelta con sensatez al asunto, como para intentar comprender qué grado de responsabilidad está teniendo el Estado y la Sociedad que favorecen la aparición de estas manifestaciones violentas, disruptivas, que por lo demás no difieren mucho de las respuestas de saqueo y daño a la propiedad pública y privada pos-terremoto.
No son capaces de generar estrategias que prevengan tales desmanes.
Algo está pasando en nuestra sociedad, que ante la oportunidad, afloran estas manifestaciones, sean incentivadas o no desde presuntos infiltrados o pagados para generar el caos de uno u otro bando, lo real, es que la rabia, la violencia prende con facilidad.
¿Existirá interés por profundizar en la comprensión de este fenómeno?
El ministro Bulnes, más ecuánime, menos egocéntrico que el ministro Lavín, deja entre ver una actitud más amable, trasparente, pero esa misma trasparencia permite ver, con aún más claridad, que las respuestas ofrecidas, que las lecturas del momento, brotan desde el mismo cuestionado paradigma.
Confieso que me irritan sus ejemplos de aquellos padres que están tan contentos con tal o cual colegio, con fin de lucro, con financiamiento compartido, que tiene buen puntaje SIMCE… brotan en mi cabeza respuestas igual de burdas, que le dicen: le apuesto que si hubiese en esa comuna un buen colegio, sin fin de lucro, bien administrado, con buena infraestructura, y buen SIMCE, los padres también estarían contentos.
¿Será que saben que nada que ver y que lo dicen para hacer caer a los que se pierden en esa pirotecnia?
¿Será que efectivamente es así para ellos?
No logran ver, no quieren ver distinto.
Y más grave aún, no reconocen su dificultad, su falta de capacidad para recibir realmente el momento, para darle una lectura superior, que integre efectivamente los distintos, con humildad, hacer un llamado a juntarse quienes deban juntarse, para efectivamente saber más acerca de lo que está pasando.
Sus medidas son erradas, no resuelven, han intentado varias veces, a lo Maquiavelo, dividir para gobernar, sin resultados. Es muy lamentable esa parte del espectáculo.
Se necesitará fuerza, coraje y gran claridad para seguir avanzando, el monstruo que se opone es gigante, no es el Presidente Piñera, no es el ministro Bulnes, tampoco la “clase política”, es un sistema social, global, complejo el que avala y respalda lo establecido que se resiste al cambio.
La lucha cuerpo a cuerpo, no es recomendada acá, ser creativos, dar señales trascendentes, saltos cuánticos que inviten a constatar que la transformación es posible, se trata de un cambio mayor, de atreverse a avanzar hacia lo desconocido, pues tampoco se trata de cambiarse de chaqueta de derecha a izquierda, el llamado es de una naturaleza mucho más trascendente que las dos caras de una misma moneda, es un salto a otro círculo del espirar dentro de la posibilidad evolutiva que como seres humanos nos toca, en lo personal y en el modo de articularnos en sociedad.