Desde hace un tiempo que en las diversas manifestaciones públicas se descubre a carabineros de civil entre los manifestantes más exaltados. Si esto hubiera ocurrido una sola vez y en un solo lugar del país podría tratarse de un mal entendido o de una actitud descontrolada de un individuo.
En ese caso hubiera habido una explicación por parte de la institución y una investigación sobre ese comportamiento.
Explicaciones ha habido, siempre la misma: no es verdad lo que señalan los manifestantes, no es verdad lo que se exhibe en la televisión, no es verdad lo que señala un Diputado de la República, no es cierto lo que señala la Cámara de Diputados.
Investigaciones de las denuncias, que se sepa, nunca las ha habido.
Pese a lo irrefutable de los hechos. Pese a lo repetido y extendido de las denuncias. Pese a que hasta canales de televisión han filmado y demostrado los hechos.
Esto es muy grave.
Si la institución hace la vista gorda y el Ministro de la que depende lo justifica, entonces hay una falta de criterio imposible de comprender en una democracia cuyas instituciones funcionen.
Si miente una institución, que por ley es Ministro de Fe de los acontecimientos públicos, y la respalda su superior jerárquico, el Ministro del Interior, entonces la sociedad está en grave peligro de gobernabilidad.
Y esto se extiende más allá.
Como cuando en Concepción se detiene a un dirigente estudiantil que luego es dejado en libertad por falta de méritos por los Tribunales de Justicia.
Como cuando a un extranjero que se le acusa de terrorista se le deja en libertad porque no hay evidencia de su peligrosidad.
Como cuando parlamentarios denuncian que se practican escuchas ilegales.
Y en estos casos tanto carabineros como el Ministro siguen sosteniendo lo que es insostenible o, si han cambiado de opinión rindiéndose a las evidencias, no reconocen sus errores en público.
Entonces se pierde la confianza en esas instituciones.
Por otra parte, demostrando una incapacidad de prevenir lo delictual que raya en lo absurdo, cada vez que hay una manifestación de oposición o discrepancia con el gobierno del Ministro y los carabineros, luego de terminada pacíficamente la manifestación se desata una seguidilla de alteraciones del orden público y robos que no se relacionan con la manifestación y que le dan argumentos al Ministro, incompetente de mantener el orden, para reprimir a los manifestantes pacíficos.
La sociedad entonces no se puede manifestar.
¿Son coincidencias estos hechos?
Los que recordamos lo vivido en la dictadura sabemos que no son coincidencia.
Cuando ciento veinte mil personas se manifestaban fuera del centro de la Capital del país, donde se les prohibía manifestarse, nada mejor para intentar desprestigiarlos que provocar incidentes y generar violencia, así actuó la dictadura.
Así seguramente actúan los que la añoran.