La entrada de dos históricos de la UDI al gabinete ha sido leída como una cirugía mayor en el gobierno de Piñera, que se vio obligado a realizar un ajuste ministerial presionado por los partidos de la coalición oficialista.
Se dice que los ex senadores Andrés Chadwick y Pablo Longueira vendrían a contrarrestar el poder de un Hinzpeter, que a pesar de ser el ministro más cuestionado por su falta de conducción política, se mantuvo en esta pasada (y, probablemente, en cualquier otra que haya en el futuro), dada su cercanía con Piñera.
La cabeza de Hinzpeter no sólo no le fue entregada a la UDI, sino que Piñera diseñó una rebuscada estrategia para mantenerla. A cambio, debió entregar espacio a los “coroneles”, seguramente a regañadientes. Una por otra.
Pero no nos engañemos: los enroques del segundo cambio de gabinete distan bastante de una cirugía mayor, porque tuvieron más un carácter sectorial que uno político. Es cierto que entran políticos de gran experiencia, dando fin a un diseño original basado en la tecnocracia, pero habrá que ver si en este gallito del Presidente con la UDI, efectivamente Piñera comienza a escuchar a los partidos al definir la agenda de gobierno y sus prioridades.
El cambio podrá aquietar las aguas por un tiempo, pero no necesariamente da la bienvenida a una modificación de estrategia si se mantienen dos ministros políticos, que en 16 meses no fueron capaces de liderar la conducción política (Hinzpeter) ni de negociar proyectos estratégicos antes de que entren al Congreso (Larroulet).
La figura de Andrés Chadwick adquiere un rol bastante más amplio que el de un vocero de gobierno tradicional, dado que además se le ha encomendado la relación con los partidos, con el Congreso y la coordinación interna.
Cabría preguntarse, entonces, qué rol jugarán el Ministro del Interior y el Ministro de la Segpres, si las funciones propias de esas carteras caerán en manos del nuevo Ministro de la Segegob.
¿Será que el nuevo diseño de Piñera apuesta a un círculo de hierro de verdadera confianza, más allá de los cargos nominales? De lo contrario, ¿para qué mantendría a dos de los tres ministros políticos, si les quita atribuciones?
Chadwick es un histórico de la UDI y como vocero será parte del llamado equipo político, posición que ocupará sobre todo por su relación de confianza con Piñera, dado su parentesco.
Chadwick es lo más cercano a la UDI que Piñera se podría permitir en el equipo político, porque entre ellos prima una relación familiar, por sobre la partidaria. Son otro tipo de lealtades.
Tras este forzado ajuste ministerial, Piñera sigue desconfiando profundamente de los partidos políticos, por eso se rodea de un círculo de hierro que en el caso de Hinzpeter y Chadwick se caracteriza por una relación personal.
En cuanto a Longueira, el ministerio asignado es lo más lejano a uno político.
Desde la cartera de Economía, Longueira difícilmente podría aportar en la construcción de un “relato” político que el ahora ex senador tantas veces echó de menos en este gobierno.Y no sólo eso: desde sus nuevas funciones se verá inhabilitado de hacer críticas a la conducción del gobierno.
Paradojal resulta que uno de los parlamentario que más ha abogado por priorizar la política por sobre la economía, termine liderando esta última cartera. Habrá algunos que sostengan que un UDI en Economía y otro en Mideplan podrán hacer una alianza en favor del aumento del gasto social, pero Economía no es Hacienda y no le corresponde priorizar recursos para políticas públicas sectoriales.
Tal como ocurrió con la incorporación al gobierno de Allamand y Matthei en enero pasado -ambos autores de proyectos de ley incómodos para el gobierno-, la jugada de Piñera buscar calmar la inquietud de la UDI y, de paso, neutralizar la crítica al incorporar a Longueira a su equipo.
Como personero de exclusiva confianza del Presidente de la República, Longueira deberá disciplinarse. Se pierden libertades al pasar del Legislativo al Ejecutivo. Y, en este caso, Longueira además perderá el espacio que había logrado en el comité político en su antigua calidad de jefe de bancada de los senadores UDI.
Recordemos que Matthei y Allamand nunca integraron el comité político y en su momento se les ofreció ser parte de un “comité chico” de ese perfil, cuestión que nunca ocurrió.
Puede pasar algo similar con Longueira, que estará tan ocupado en impulsar la agenda por la competitividad, que no podrá hacerlo por la política, como sí hubiera podido en una cartera de ese carácter.
Como dijo el propio Longueira en el Consejo Directivo Ampliado de la UDI, al Ejecutivo no le importan los partidos. Hoy queda claro que sólo los soporta. A pesar de que al ajuste se le ha querido imprimir un carácter de “cirugía mayor”, Piñera mantiene el sello personalista de su gabinete, por lo que los nuevos cambios están lejos de asegurar una nueva mirada de las prioridades del gobierno.