Hoy, al desayuno, mi casa estaba “invadida” por jóvenes universitarios. En todo caso, eran todos familiares o conocidos.
Es impresionante verlos circular tan temprano y, más aún, verificar la cantidad de alimento que son capaces de desayunar si se declaran hambrientos. Hijos sobrinos, novias, pololas, amigos, amigas.
No quise preguntar si habían llegado de madrugada o dormido en nuestro hogar.
El centro de atracción era la bisabuela, o sea, mi abuela. Ella estaba a cargo de los huevos revueltos (es muy maniática y detesta que se pasen del punto de cocción); el resto preparaba la mesa, tostaba el pan y se aprestaban a terminar con cualquier cosa que estuviera a su alcance. Yo, por mi parte, me preparaba mi leche con salvado de avena y las dos ciruelas que he incorporado a mi dieta matinal.
Todos se sentaron y noté que tenían apuntes y muchos de esos papelitos de colores que sirven para destacar documentos. Escuché con curiosidad lo que conversaban.
La abuela ponía orden en la conversación: “Ya niños, analicemos las propuestas concretas”.
Qué notable ver a esta mujer anciana conversando de igual a igual con estos jóvenes que recién comienzan su vida universitaria.
Ella indicaba que las propuestas, si se analizaban en su texto, eran interesantes: US$ 4.000 millones de dólares de aporte a la educación, denominado FE (Fondo Educación), un Gran Acuerdo Nacional por la Educación (GANE); reducir la tasa de interés de los créditos con aval del Estado al 4% anual. ¡En años normales!; una subsecretaría de educación superior y una superintendencia de educación; fondos basales para revitalizar las universidades estatales; acceso a las universidades por condiciones diferentes a la PSU (ranking de los escolares y notas); crear un grupo de estudio; mandar las reformas al Congreso; definir con claridad el tema del lucro (distinguiendo universidades estatales, tradicionales no estatales, particulares sin fines de lucro y con fines de lucro).
Grandes ruidos, entre tenedores, tazas de café, panes crujientes y opiniones diversas.
La abuela hacía gala de su liderazgo familiar.
Mi sobrino que estudia derecho, el más político de la familia y uno de los que tiene opiniones mejor fundadas respecto al problema y al conflicto, planteaba:
“Yo creo que estos anuncios, si se analizan en el texto son muy interesantes. ¿Se imaginan ustedes que hace 3 meses, antes de que empezaran las manifestaciones y discusiones de los problemas, el gobierno hubiese dicho esto mismo? (US$ 4.000 millones, menos porcentaje de intereses en los créditos, superintendencia, aportes basales, más becas para técnicos)”.
Él tiene un modillo muy parecido a su bisabuela. ¿Genético o conductual? me pregunto yo.
Respiró hondo, tomó un sorbo de café y continuó. El tema es el contexto: hoy se han instalado con fuerza los problemas que tiene nuestro sistema, donde la educación superior está en primer plano. El tema del lucro está en el centro de lo inaceptable para los estudiantes y el origen de los recursos necesarios para solucionar el problema es equivalente, en importancia, al tema del lucro.
Mi hija pequeña, también estudiante de derecho, agregó: debemos considerar el punto de la credibilidad. No sé si se han fijado que en las encuestas, uno de los puntos más cuestionados es la credibilidad del presidente y del gobierno.
Aquí, en este punto, confieso que cometí un error grave. ¡Me metí en la conversación!
Si el texto les parece interesante, ¿no sería razonable suspender las movilizaciones para ver cómo se implementan?
Un bullicio ensordecedor se produjo luego de mi intervención. Aproveché para rescatar el último merenguito light que quedaba.
La abuela golpeó su vaso y en segundos teníamos un silencio de película de terror.
Ella, dirigiéndose a mí, dijo: querido nieto, esta conversación empezó una hora antes de tu llegada; trataré de ponerte rápidamente al día.
En primer lugar, analizamos la vaguedad de las propuestas. Nos parece que hay mucho de improvisación. En segundo lugar, analizamos la credibilidad de los interlocutores. ¿Viste al ministro de vivienda explicando lo de los 100.000 subsidios y las 2.170 viviendas construidas?
Yo efectivamente lo vi. En el programa “Tolerancia Cero” y quedé perplejo.
El ministro apareció más de 20 minutos en el programa, donde su participación se limitó a explicar que cuando el presidente dijo que los subsidios entregados al 30 de diciembre del año pasado, estarían ejecutados o en ejecución al 30 de junio de este año, se estaba refiriendo a construcciones o reparaciones.
Cuando Fernando Paulsen le preguntó cómo era posible que se hubiesen construido, según cifras oficiales del ministerio, sólo alrededor de 2.200 viviendas a la fecha actual, luego de 15 meses del terremoto, el ministro respondió que se habían ejecutado más de 40.000 reparaciones y que el presidente nunca había hablado de 100 mil viviendas.
Sí abuela, vi el programa, respondí.
Bueno me dijo, queda de manifiesto que en todo lo que el presidente y su gobierno plantea se ve el efecto de la “letra chica”. El presidente no dijo 100.000 viviendas, por eso con las 2.200 que llevamos construidas debemos dar por cumplida su promesa.
¿Te fijaste que en el anuncio del presidente, luego de decir que la tasa de interés para los créditos con aval del Estado sería de 4% anual, agregó como en voz baja,”en años normales”? ¿Qué significará? ¡Tal vez los años normales no existen!
Querido nieto, el presidente y su gobierno evita la discusión del lucro, evita generar una discusión de mayor calado respecto al financiamiento de las reformas necesarias asociadas a la educación o, al menos, no define cuándo ni cómo se hará esta discusión.
El Presidente pierde las oportunidades que tiene de mejorar su credibilidad y su popularidad.
¿Y a qué conclusión llegaron antes de mi llegada?, alcancé a murmurar.
Una de mis sobrinas leyó unos apuntes: creemos que algunos de los puntos planteados son un avance y muy interesantes.
Desconfiamos de cómo se planifica su implementación.
Lo de los US$ 4.000 millones es una buena noticia; sería mejor si pidiera que se financie con un esfuerzo asociado a impuestos adicionales.
¿Viste el anuncio de ayudas para el 40% más vulnerable con mérito académico? Sí dije, y me parece razonable.
Tío, sería razonable si el mérito académico se estableciera comparando con otros jóvenes de igual segmento socio cultural, pero hoy el “mérito” se mide con una prueba cuyo éxito está condicionado al lugar donde estudiaste.
Yo pienso que así será, alcancé a decir.
Mi abuela tomó la palabra.
Mira me dijo, pensamos que el texto del anuncio es interesante; desafortunadamente, el contexto obliga a que esperemos algo más concreto, algo que podamos medir, verificar cómo avanza, algo en qué confiar y dirigido por alguien en quien tengamos confianza.
Pensé: ¿se estará convirtiendo en algo así como un vocero de la familia?, ella que siempre ha sido conservadora, agnóstica y lo peor, simpatizante del partido radical.
Mi sobrina estudiante de psicología hizo una acotación respecto al marco de la propuesta.
Tío, ¿viste la forma de presentar las propuestas?
¿Viste las banderas chilenas de telón de fondo?
¿Notaste esto de ponerle nombres como GANE o FE?
Parece que al presidente lo asesoran los mismos que diseñan la página web del Ministerio de Educación, o los mismos que colaboran con la ministra vocero.
Me pareció que estaban exagerando.
Me retiré en silencio. Al pasar por la cocina vi sobre la mesa el block de mi abuela.
Les prometo que estaba abierto y que leí sin querer lo que decía. ”Estimado Presidente: … y, por tanto, le sugiero que realice un cambio de gabinete. Sería bueno que en educación tengamos una figura del calado político de Pablo, de esa forma elimina el problema con la UDI de sacar a Joaquín de ese ministerio. Por cierto, le recomiendo cambiar al vocero. Ponga a Felipe, ese joven le cae bien a todo el mundo. En el ministerio de Felipe nombre a Joaquín. La Ena puede volver a “Estado Nacional”. Ahí se ha notado mucho su ausencia”.
Alcancé a escuchar que todos los jóvenes se retiraban a una “asamblea” para definir cómo seguía el movimiento estudiantil.
Por cierto, no hay en la familia estudiantes secundarios, y los básicos, que sí existen y ya tienen opiniones propias, aún no se levantan tan temprano.