Hace bastantes días que no había conversado con mi abuela. El desayuno, evento que generalmente nos reúne, no había colaborado. Algunas mañanas muy madrugadoras por mi parte o el persistente resfrío de ella se habían confabulado y me habían privado de sus conversaciones y consejos.
El inesperado fin de semana largo nos ha permitido volver a encontrarnos. Gracias San Pedro y San Pablo.
Cuando la vi llegar me alegré mucho. Venía muy abrigada. Seguro que el frío que se está sintiendo en Santiago la tiene algo aletargada.
Hola abuela, ¿Cómo has estado? Bien, me dijo, y se acomodó en su silla. Tomó un sorbo de su té y, sin miramiento alguno, me preguntó: ¿vas a ir a marchar por la igualdad?
Abuela, tú me enseñaste que lo valioso es la diversidad.
No te vengas a hacer el gracioso, me refiero a la marcha por la igualdad de derechos. Casi todos mis bisnietos y bisnietas van a ir.
Bueno creo que sí iremos, dije sin mucha convicción.
Sonrió. Me imagino que algo la tenía contenta.
Bueno, y dime: ¿ya tienes la respuesta a mi pregunta sobre la adopción de niños por parejas homosexuales?
Sí abuela, ya la tengo lista.
¿La puedo conocer? estoy impaciente, me dijo.
Muy bien abuela. Debo hacerte una pregunta previa.
¿Recuerdas con claridad mis respuestas sobre el matrimonio homosexual y lo de si las parejas homosexuales tienen derecho a criar a sus propios hijos?
¿Recuerdas lo que dije respecto a que los niños debían ser protegidos de heterosexuales u homosexuales que quieran hacerles daño? Claramente había cometido un error al preguntarle eso.
¡¡¡Pero qué te has imaginado!!! ¿Crees acaso que he perdido la memoria?
No abuela, no se trata de eso. Lo que ocurre es que mi argumentación requiere que tengas en cuenta esos planteamientos. Además, necesito que consideres mi argumento sobre HidroAysén.
Me miró con cara de pregunta. No quise seguir contrariándola, así es que me dispuse a contestarle.
Respiré profundamente y dije: por todos los argumentos que te he dado en mis respuestas anteriores, estoy convencido que las parejas homosexuales tienen derecho a adoptar hijos.
Abuela. Creo que los niños que están abandonados tienen derecho a tener una familia y, dado que estoy convencido que una pareja de heterosexuales sanos u de homosexuales sanos le otorgarán el cariño y la protección necesaria, entonces estoy de acuerdo en que puedan adoptar.
Debo agregar que, previamente establecí que estaba de acuerdo en que cualquier padre psicológicamente sano y que no represente un riesgo para sus hijos, está en condiciones de cuidar y criar a sus propios hijos y, por consiguiente, esta respuesta conlleva el que acepto que un niño esté al cuidado de una familia homosexual. Entonces, no puedo sino concluir que las parejas homosexuales deben poder adoptar.
Mi abuela respiraba pausadamente. No había sufrido shock alguno.
Me miró y me dijo: entonces ¿estás por hacer una ley que apruebe el matrimonio homosexual y que permita la adopción de hijos por parejas o personas homosexuales?
Abuela. Mi argumento sobre HidroAysén decía que, si bien me gustaba más la energía hidroeléctrica que la contaminante termoeléctrica, y que consideraba que el daño ecológico de las centrales era proporcional al beneficio que nos podía aportar, estaba en contra de la construcción de las centrales: “porque Chile es de los chilenos y las autoridades no pueden gobernar haciendo caso omiso de lo que quieren los habitantes del país”. Argumentaba que quienes querían construirlas (las empresas y el gobierno), tenían la obligación de convencer a la mayoría del país que eran una alternativa aceptable o, en su defecto, aceptar “perder”.
Ésas son -a mi juicio- las reglas del juego”.
Bien, me dijo. Y ¿qué quiere decir eso?, ¿cómo se traduce en esto del matrimonio homosexual?
Abuela: es mi opinión que en un sistema democrático, las leyes deben representar el parecer de las mayorías (teniendo cuidado de no maltratar a las minorías). Las minorías deben “trabajar“para convencer al resto de sus opciones. ¡Te recordarás que cuando eras joven, una ley de divorcio era impensable! De hecho, la mayoría la rechazaba. Luego, un número creciente de ciudadanos se convenció que debía existir una norma legal que regulara las separaciones. Hoy tenemos una ley “reguleque”, pero ley al fin.
Tenía cara de dudas, pero, ¿estás por aprobar estas leyes o no?
Estoy por una ley que permita los matrimonios homosexuales. Sobre este punto, la mayoría de los chilenos estamos de acuerdo, según las últimas encuestas de Imaginacción y Radio Cooperativa, y Televisión Nacional.
En el tema de la adopción de niños, los que estamos convencidos de que debe permitirse la adopción por cualquier persona sana que no represente un peligro para los niños, somos aún una minoría y, por consiguiente, no estoy por que se haga una ley que lo permita explícitamente.
Entonces, ¿Cómo seguimos en lo de la adopción?
Bueno, creo que se debe seguir con la discusión para convencer al resto del país.
O, al menos, la proporción necesaria para constituir una mayoría dispuesta a aceptar esta nueva “regla”. De eso se trata. Los juegos se deben practicar con apego a las reglas. No es razonable ni alentador ganar pasando por encima de las “reglas del juego”.
Me quedó mirando, sacó un chocolate de su caja metálica donde los guarda y me dijo:
Toma, éste es muy bueno. Tiene 77% de cacao.