Hoy , nuevamente las calles de Santiago y de otras ciudades del país recibirán la visita masiva de ciudadanos que se manifiestan por sus intereses, tal como en los casos recientes de Barrancones, HidroAysén, la educación secundaria y la educación superior.
La gente se moviliza. La gente se expresa. Los ciudadanos han redescubierto la capacidad de hacer sentir su voz a través de la salida masiva a las calles de las ciudades. Como decía en una columna anterior, esto es una demostración de salud para la democracia chilena y nadie tiene derecho a apropiarse de la voz ciudadana.
Desde el Senado saludo a la gente que se expresa y manifiesta sus necesidades y demandas; y así como reconozco que es una expresión de salud democrática que la ciudadanía se organice y salga a las calles, también reconozco que es un signo de alerta para quienes hemos sido mandatados por los electores para representarlos en el Congreso Nacional.
Nosotros tenemos que progresar en el restablecimiento de los puentes y las vías de comunicación entre partidos y parlamentarios y la gente, que nos está mostrando, a través de sus movilizaciones, que hay un descontento que supera la coyuntura y que tenemos que asumir como sociedad, con nuestras instituciones y con nuevos cauces de expresión que realmente den cuenta de los anhelos y demandas de los ciudadanos.
El motivo de la marcha es la demanda de igualdad de derechos para todos y muy en particular para quienes tienen una opción sexual diferente de la que la ley establece como requisito para contraer matrimonio.
Celebro que esta marcha haya recibido tanto apoyo.
Celebro que en las redes sociales se proclame la divisa de que todos somos iguales.
Esto, que debería parecernos tan obvio, no lo es para muchos de nuestros compatriotas, y esta movilización apunta a denunciar una de tantas discriminaciones que en la práctica establecen ciudadanías de primera y se segunda clase en Chile.
Esta marcha también es un reclamo por la coherencia. Por la continuidad entre las promesas y las prácticas. Por la consecuencia con las propias palabras.
Yo puedo decir, al menos, que desde hace muchos años, y sin importar si se trataba o no de causas populares o respaldadas por amplios sectores ciudadanos, he estado a favor de la igualdad de derechos y del reconocimiento a quienes tienen una opción sexual diferente.
Espero que, finalmente, la visibilidad que ha alcanzado esta causa y el hecho de que haya sido una promesa electoral tengan como consecuencia una ley justa que equipare los derechos de todos.