El subsecretario de Minería, Pablo Wagner, en la cena anual de la Asociación de Industriales de Antofagasta, donde intervino como ministro de Minería (s), dijo que la Nacionalización del Cobre fue “un error histórico”.
Chile produce entre el 40 y 45% del cobre del mundo. El 60% del cobre que se transa en el mundo es chileno. Somos el segundo país exportador de litio, sin olvidar el oro, plata, molibdeno o el renio.
Wagner no habla de ignorante como lo criticaron los trabajadores del cobre. Tampoco es algo sorpresivo. Es una propuesta política, para llegar a privatizar Codelco, seguir con ENAP y EFE Pasajeros, como lo harán con todas las sanitarias. Wagner, es el “punta de lanza” de una estrategia respaldada por yanaconas que, en las sombras, favorecen a los consorcios mineros.
Los consorcios “invierten” grandes sumas de dinero comprando conciencias, vía financiamiento de las campañas políticas.
¿Por qué las graves palabras del subsecretario Wagner no han sido rechazadas por la “clase política”?
La Nacionalización del Cobre fue aprobada el 11 de julio de 1971 unánimemente por el Congreso Nacional,
¿Por qué, aquellos parlamentarios iban a cometer “un error histórico” por unanimidad?
Wagner oculta que la nacionalización del cobre, a través de Codelco, ha aportado al país unos US$ 85.000 millones de dólares. Es decir un acierto económico histórico.
Frente a ello, entre 2003 y 2009 las trasnacionales obtuvieron, gracias a nuestro cobre, unos 100.000 millones de dólares de ganancias, amortizando todas sus inversiones, un verdadero despojo.
Codelco vende el 28% del cobre chileno y las trasnacionales el 72%, sin embargo, los ingresos al país de Codelco quintuplican los montos que aportan de las trasnacionales,
¿Cómo se explica esta incongruencia?
Este Gobierno ya aumentó los beneficios a las mineras trasnacionales. En octubre de 2010, con el apoyo de la Oposición amplió por seis años más la Invariabilidad Tributaria, desde el 2017 hasta el 2023.
Así entre el 2010 y 2015 pagarán entre un 4% y un 9%; de 2018 a 2023, del 5% al 14%. El único senador que votó en contra fue Mariano Ruiz-Esquide.
La trampa es que todos estos impuestos son sobre las utilidades y no sobre las ventas. Las ventas de cobre de las trasnacionales son aproximadamente, 28.000 millones de dólares. Si agregamos los subproductos que salen del país, ocultos en el concentrado de cobre, esas ventas llegan a los 38.000 millones de dólares. ¡Lo lógico, sería cobrar impuesto sobre las ventas!
Para pagar el 14% a partir de 2018, las mineras deberán tener ganancias de un 85%, una meta imposible porque las transnacionales usan subterfugios para evadir impuestos y hacer desaparecer sus ganancias.
Todas estas mejorías, se hicieron justo cuando el precio del cobre alcanzaba su máximo histórico, sobre los US$ 4 dólares por libra.
Dígase lo que se diga: en Chile no existe Royalty minero.
El Royalty tendría que cobrarse en base a las toneladas de minerales extraídos, porque es para compensar la pérdida de los mismos. Nuestro país no cobra así.
Por cada tonelada de cobre que se llevan, Chile es “una tonelada” de cobre más pobre.
En cambio los impuestos se cobran en base a las ganancias; es decir, toneladas de minerales extraídos y ganancias, son cosas distintas.
Lo peor, es que los impuestos tampoco son cancelados por las mineras privadas, ya que, al acogerse a una serie de franquicias, ni siquiera pagan IVA.
Además, las ganancias las ocultan con un enjambre de empresas relacionadas, controladas por la matriz.
Aún en medio de la crisis política del Gobierno, las palabras de Wagner no debieran aceptarse.