Hay que pensar bien de la gente y considerar que, si se equivocan, no es de mala fe. Es un buen consejo, para evitarse malos ratos y colon irritable. Fue mi automedicación –disculpen que escriba en primera persona- tras observar los noticiarios centrales de la TV el jueves por la noche, día en que más de cien mil jóvenes en todo el país protestaron pidiendo mejoras en la educación.
Ese día, los noticieros “abrieron” –cosa rara- con la noticia más importante del día: la marcha estudiantil que con rotunda y multitudinaria presencia pedía atención a sus demandas: terminar con el lucro y preocuparse por mejorar contenidos e infraestructura para la enseñanza media y universitaria.
El desfile fue de unos 70 mil jóvenes por la Alameda, que derrocharon alegría, buen humor y determinación en sus demandas. Los propios organizadores quedaron impactados ante la respuesta a su convocatoria.
Esta vez la marcha fue desde Plaza Italia a Los Héroes y de Estación Central a ese mismo punto.
Todo transcurrió en plena armonía hasta el cierre del evento, oportunidad en que de nuevo un centenar de muchachos –el 0,07 por ciento de la concurrencia- provocó hechos vandálicos que incluyeron agresiones a policías, a la propiedad pública y un saqueo a una oficina de telefonía celular.
En tres de los 4 canales de mayor audiencia, lo que se destacó fueron las tropelías de los inadaptados. Sólo uno de ellos, TVN, actuó a la inversa.
¿Por qué tan disímiles posturas editoriales? No puedo creer que se trate de decisiones políticas. Es cuestión de rating. Lo que “vende” es lo sensacionalista, el drama, la emoción dura, el piedrazo, la bomba molotov (ojalá con la imagen de alguien ardiendo), la violencia y no la paz.
Esos son los contenidos que prefieren, más que los periodistas, los gerentes comerciales de la TV, urgidos por los avisadores que les reclaman puntos de sintonía para ocupar el espacio publicitario con sus mensajes promocionando retails, bancos y telefónicas. Los primeros, en caída libre en la Bolsa tras el “polarazo”, los segundos, cuestionados por sus ganancias desmesuradas; los terceros, por cobrar el doble que los otros países de la OCDE.
Es lo lamentable de nuestra “tele”. La pauta no se hace en la Sala de Prensa, sino en la oficina de Ventas.
Y no sólo el público es desinformado.
También las autoridades, a juzgar por el discurso del presidente Piñera que reclamó contra la violencia juvenil sin hacer mención al fondo de sus demandas.
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