No lo podía creer. Sentada en la nueva Sala de Audiencias, de un nuevo Juzgado del Trabajo, escuchaba atónita las palabras de la Jueza – una mujer joven y buenamoza-, que nos decía que el fuero sindical la tenía sin cuidado y que le aconsejaba a nuestros representados, dos dirigentes sindicales demandados por su empresa, a simplemente aceptar la solicitud de desafuero y que recibieran algo de una posible indemnización por años de servicio.
La Jueza, con cierta languidez en su cuerpo nos miraba – a los trabajadores, a mí y a un abogado amigo- y nos reiteraba, ahora, con una voz fuerte y cortante que era mejor arreglar en esta audiencia preparatoria y no perderlo todo después. Decidimos no aceptar la propuesta y prosiguió una audiencia cada vez más amable con la empresa y beligerante con la parte trabajadora.
¿Cuándo ocurrió esto? , le dije espantada a mi colega cuando salimos de la sala al concluir la Audiencia Preparatoria, mientras los trabajadores miraban en silencio. Cuando tú estabas en el gobierno, me dijo mi amigo.
Días después, en audiencia preparatoria de otro juicio laboral, otro Juez le dice a mi colega que mejor renuncie a la demanda, pues ni él, ni ningún juez de ese tribunal acogerán demanda alguna referida a diversas materias que enumera.
El magistrado, con entusiasmo dice que los jueces laborales se han reunido y acordado posturas que, por cierto, los abogados que defendemos trabajadores sabemos que son positivas para empresarios y no para los trabajadores. Agrega, además, que no les preocupa la Corte Suprema porque ya no está el Ministro Carlos Cerda en la Sala.
Escucho la grabación de esta audiencia y no puedo creerlo.
¿Qué reforma a la justicia laboral hicimos?, ¿cómo es posible que ahora sean muy pocos los trabajadores que ganan sus demandas y reclamaciones?
Mi amigo sonríe y me doy cuenta que no sabe si retarme por ignorante o disculpar mi ingenuidad.
Como me siento en falta retruco ¿pero cómo la CUT nada ha dicho?, ¿por qué Arturo Martínez no ha reclamado?, ¿por qué no se ha hecho ningún seminario con los parlamentarios para denunciar y evaluar esta Reforma?
Mi amigo calla. Sé que yo no puedo ni debo callar.
En Dictadura los trabajadores perdían menos juicios. Es cierto, después de múltiples cambios a las leyes en estos 20 años, ahora se les reconocen más derechos laborales, pero cuando hay conflicto por despidos e incumplimiento de esos derechos, “los viejos” están muy solos, y los abogados laboralistas estamos amarrados de manos.
Peor aún, estamos desconcertados pues nos enseñaron en la Escuela de Derecho que el Principio Pro Operario era central, que el derecho y la justicia laboral tenía como principio fundante el interpretar las normas a favor de la parte más débil de la relación laboral.
Con la fuerza moral que da el haber colaborado, junto a otros dos colegas, con Arturo Martínez para constituir su primer Sindicato Interempresa, luego la Federación de Trabajadores Gráficos y después la Confederación del rubro, le invito, más bien les insto, a preguntarle a sus dirigentes sindicales qué pasa con la Reforma a la Justicia Laboral y actuar decididamente para corregir lo que haya que corregir.
Tal vez así no estaremos preocupados cuánto gasta o en qué restaurantes come.