La hermana República del Perú acaba de celebrar, una vez más, el principal rito de la democracia: las elecciones de la máxima autoridad del país. Fue la culminación de la segunda vuelta de una campaña sumamente reñida, que, en ese rito final, cumplió con todos los requisitos de transparencia y limpieza que demanda una democracia en forma.
Reitero en esta columna mi saludo, como Presidente del Senado, al Presidente electo del Perú, Ollanta Humala; al gobierno peruano, que organizó las elecciones; y al pueblo peruano, que acudió en orden y en libertad a las urnas y eligió a quien lo dirigirá en los próximos años.
Desde el Senado aspiramos a abrir nuevos cauces de diálogo con los parlamentarios peruanos, para construir una agenda de desarrollo que fortalezca la paz y la integración, así como a superar y resolver los temas que dividen a ambos países.
Confiamos en que pronto nos visite una delegación de parlamentarios peruanos, para avanzar en esta agenda. Somos países vecinos y con una historia compleja, pero sobre todo somos dos democracias latinoamericanas que debemos buscar juntos el futuro.
No se trata sólo de las inversiones millonarias chilenas en Perú, ni de los cien mil peruanos que se han trasladado a vivir y trabajar entre nosotros.
Hay muchos más espacios para trabajar juntos y construir futuro: la integración, la energía, la minería, el abordaje conjunto de los mercados del Asia Pacífico, la construcción de espacios amplios de integración y liberación comercial en América del Sur.
El respeto es una cuestión esencial en el trato entre las personas y también entre las naciones. Nosotros nos alegramos sinceramente de la salud que ha demostrado la democracia peruana, y repudiamos a los poderes fácticos, que operan allá y operan acá, que hicieron bajar tan abruptamente los valores de la bolsa peruana.
No hay que hacer caso de esas señales. Se elige a un gobierno para que gobierne a todos y no para que esté al servicio de los intereses económicos de unos pocos.
Nos alegra ver que el gobierno del Presidente Humala se suma al progresismo latinoamericano, y estoy seguro de que el diálogo será fecundo y rico en resultados concretos que beneficien a nuestros pueblos y a la unidad de América Latina.
Siempre surgen quienes proclaman la discordia y hacen anuncios agoreros.
Nosotros tenemos otras expectativas y miramos el futuro con esperanza.