La situación ocurrida recientemente, respecto a la detención por equivocación de cuatro jóvenes adolescentes, imputados por un asalto a la Caja de Compensación Gabriela Mistral, me alerta e interroga respecto a otras situaciones semejantes que no han tenido la misma suerte.
En los innumerables contactos, que tengo a diario con adolescentes en centros privados de libertad, no son pocos los que me informan con un llanto lleno de impotencia y desesperación, que han sido víctimas de detenciones arbitrarias.
Ellos son pobres y sus familias no tienen la voz que se requiere para levantarla y decir: “aquí no ha habido un debido proceso”. Nadie los escucha, nadie les cree, nadie los atiende…
Mientras los verdaderos asaltantes están en libertad. ¿Quién le pone el cascabel al gato, ante situaciones que ameritan, a lo menos, escucharlas y analizarlas debidamente?