La caída del jefe de la principal organización terrorista abiertamente conocida marcará un hito importante en el desarrollo de los procesos de guerra y de paz. Por casi dos décadas se le trató de liquidar y cada vez su organización crecía más. Luego del atentado a las Torres Gemelas de Nueva York (hecho que aun despierta sospechas sobre un posible contubernio de Al Qaeda y la CIA) el gobierno de Estados Unidos, organizando el planeta entre buenos y malos, puso sus mayores empeños en atrapar (así creíamos) a Osama Bin Laden.
Finalmente lo encontró y nada menos que a pocos kilómetros de la Capital de Pakistán, en una zona que es un complejo militar de ese país. La operación debió planearse cuidadosamente y sin lugar a dudas tuvo que existir información de traidores del jefe terrorista, tal como sucedió con la entrega de Saddam Husein. Bin Laden vivía en una mansión sin teléfono ni internet, completamente desconectado de su organización, la que seguía activa, pese a las muerte de varios de sus responsables pri9ncipales en los últimos tiempos. Más aun, a mediados de abril, un comunicado de Al Qaeda anunciaba que si Bin Laden era asesinado, la organización atacaría a Estados Unidos con armas nucleares. Curiosa la advertencia, justo antes de que el jefe cayera. Es decir, a Al Qaeda no le importaba tanto que el jefe fuera capturado, sino que fuera asesinado. La advertencia, entonces, era en serio, puesto que ellos ya sabían que los norteamericanos estaban en la pista, pero esperaban que no fuera liquidado, sino que se le hiciera prisionero.
Claro que es sabido que a ellos no les gusta hacer prisioneros, pues siempre es un problema. Prefieren liquidarlos. El riesgo con Bin Laden era mayor, puesto que podría ponerse a hablar de los distintos entendimientos que tenía con el gobierno y la inteligencia de Estados Unidos, el último de los cuales parecía ser la ayuda a los rebeldes libios, según denunció Khadafi. Esto explicaría la violencia desmedida para el asalto y la necesidad de proclamar cuanto antes su muerte.
Pero quedan dudas… ¿Por qué no fue capturado en lugar de muerto? ¿Por qué se divulgaron fotos falsas si se disponía del cadáver verdadero? ¿Por qué se lanzó el cuerpo al mar en una presunta ceremonia en un porta aviones en lugar de conservarlo o enterrarlo? ¿Cómo se explican el lugar en que vivía, la ausencia de información a las autoridades pakistaníes y la desconexión total del líder de Al Qaeda?
Para quienes creemos en los derechos humanos, ninguna muerte por la violencia es necesaria si es que existe alguna posibilidad de evitarla. Por ello y por la amenaza de hace unas semanas, podemos temer que Al Qaeda intente vengar a su líder atacando, como lo hacen los terroristas, no a objetivos militares, sino a civiles inocentes. La escalada violentista no se detiene aun, lo que nos obliga a seguir buscando la paz.