No podemos quedar indiferentes ante el anuncio de que por primera vez una mujer ocupe el panel de Tolerancia Cero de Chilevisión. Durante años este espacio de discusión política ha sido conducido por hombres.
No es una noticia francamente para aplaudir. Que Mónica González, destacada periodista, actual directora de CIPER Chile, integre este panel, por supuesto que es un buen anuncio: augura seriedad en muchos de los temas que con frecuencia se tratan con liviandad y su mirada ofrece mayor apertura frente a la contingencia política nacional. Su trayectoria la avala.
Sin desmerecer a los hombres que integran ese panel, uno se pregunta ¿por qué una mujer tiene que tener todas las medallas para acceder a los mismos espacios que un profesional varón de talla normal?
Me alegra que sea una periodista como Mónica González. Sin embargo, el solo hecho de titular que por primera vez una mujer llegue a un espacio así, habla muy mal de nuestro país. Si ponemos un poco de atención, por ejemplo, en la mayoría de los programas radiales de debate político o de temas de contingencia nacional sus invitados son hombres y quienes conducen también.
No es algo para sorprenderse, los medios reflejan lo que sucede en la política. La sub representación de las mujeres en medios de comunicación y espacios políticos es un hecho plausible. El punto es qué hacer para avanzar.
Varias conferencias mundiales han señalado que los medios de comunicación son uno de los espacios donde persisten importantes desigualdades para las mujeres. Se menciona por ejemplo que pese al aumento progresivo de las mujeres respecto a los hombres que trabajan en medios, los puestos directivos para las mujeres siguen siendo muy escasos.
Estudios han mostrado que las mujeres son consultadas en las noticias en su mayoría como fuentes ciudadanas y es menos frecuente que sean consultadas como expertas. En aquellos temas relacionados con la política o el gobierno las mujeres son una minoría como fuente y como analistas. Por el contrario, abundan los contenidos hechos por mujeres que apuntan a lo cotidiano, muestra de ello son las incontables pistas sobre qué llevan las mujeres en la cartera o cómo cuidar a los hijos, asuntos que no se alejan de lo que somos, pero sí de lo que solamente somos.
Ser autoras y protagonistas de las informaciones disminuye la exclusión así como el estar informadas fortalece nuestra ciudadanía. Estar ausentes o mal representadas en las comunicaciones significa no sólo vulnerar el derecho a expresarnos y participar libremente, implica un importante retroceso en nuestros derechos.
Una mujer panelista en Tolerancia Cero no debiera pasar a la historia como titular.Debiera motivar que otros espacios de debate político nacional se planteen la participación de mujeres como voces políticas tan legítimas como las masculinas, pero quizás con mucha menos visibilidad.
Una noticia para celebrar sería que ese panel fuera paritario como la política en el país.