La torre de oficinas del complejo inmobiliario y comercial Costanera Center ha despertado naturales inquietudes en la población de Santiago. Es importante, sin embargo, enfocar el hecho de la construcción de un edificio de tal tamaño y altura desde distintos puntos de vista dado que la obra impacta de diferentes maneras varios ámbitos de la vida diaria y en cada uno de ellos tiene una trascendencia diferente que hemos de evaluar de manera objetiva y, especialmente, no confundir los tópicos que están involucrados en ella.
La concepción arquitectónica de un edificio de este tipo corresponde a una madurez alcanzada por nuestro país, que nos lleva a alturas insospechadas hace algunos años atrás.
La técnica de la construcción permite hoy en día predecir de manera suficientemente segura el comportamiento estructural de los edificios, dado que ha tenido un amplio desarrollo en el último tiempo de manera que los ingenieros podemos realizar diseños que permiten la construcción de torres de gran altura de manera absolutamente segura para las personas que la habitan o realizan allí su trabajo diario.
De similar manera debemos considerar un sinnúmero de sistemas, eléctricos, mecánicos, de climatización y otros que en su conjunto conforman un verdadero sistema nervioso central de una edificación aparentemente inactiva.
Toda la tecnología incorporada en ella nos entrega una medida del desarrollo que nuestro país ha alcanzado en las últimas décadas, dado que no es posible incorporar todas las piezas y partes de un sistema complejo por una pura agregación inerte de las partes en el todo.
Para que funcionen necesitamos un corp vivant, constituido explícitamente por la integración real de todas las capacidades de nuestra sociedad, estructuradas alrededor de la capacidad técnica y allí reside nuestro logro.
Por otra parte, este complejo sistema tecnológico ha de ser insertado en un sistema mayor, la ciudad, el cual va a ser impactada de manera irreversible y la pregunta es: ¿este sistema es adecuado para resistir el impacto?
Todos tenemos la intuición de que será excesivo para el entorno, especialmente para la vialidad de la zona, la cual hace ya años, desde el comienzo de la operación de la Costanera Norte y otros hitos ha estado sometida a la presión del tráfico que demanda una alta concentración de lugares de trabajo y establecimientos comerciales.
La verdad es que el problema vial en uno de los nudos más complejos de la ciudad de Santiago se ha originado hace ya muchos años y se debe principalmente a la falta de una política pública centralizada que pueda estudiar, planificar y resolver el problema con una perspectiva global.
Hasta ahora una gran cantidad de autoridades desde los ministerios y los municipios han tratado de paliar el problema con medidas puntuales y poco eficaces que en algunos casos han incluso agudizado los problemas.
Por otra parte la empresa privada y los inversionistas proponen implementar medidas de mitigación para lograr la puesta en marcha de sus proyectos, pero naturalmente carecen de una convicción profunda del bien público y, sin una directriz clara y bien definida, sus soluciones se diluyen y así se aumenta el sentido del caos en estas vías de tan alta circulación.
Todos pensamos que alguna entidad debe solucionar el problema y frenar el desastre que se avecina. Frente a ello nos cabe preguntar cuál y si hay una organización racional que enfrente el problema: es evidente que ella no se vislumbra en el futuro inmediato.
Los ingenieros, desde hace ya muchos años hemos realizado ingentes esfuerzos para llamar tanto a las autoridades como a los empresarios a lograr establecer una política común debidamente coordinada sin lograr una respuesta clara.
Hoy día cuando el comienzo de la operación de este proyecto sin precedentes en el país por su envergadura, este llamado se transforma en imperioso y la simple indiferencia nos pone en una situación que puede llegar a ser inmanejable.
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