Nos queda HidroAysén para rato. Cierto es que la corte de Puerto Montt emitió un veredicto contrario a los recursos de protección interpuestos por diversos parlamentarios y organizaciones contra las irregularidades ocurridas en HidroAysén.
Eso permite, nuevamente, retomar la construcción de la obras. Sin embargo, ojo, uno de los jueces fue claro en su voto de minoría; nuestro reclamo tiene sentido y razón.
Sin importar que pase en el tribunal de Puerto Montt la parte desfavorecida escalaría a la Corte Suprema, y allí vamos por cierto.
Un conocido canal de televisión de noticias equivocó sus titulares el viernes al señalar que eso no ocurriría. No señores, allá vamos por cierto.
La buena noticia es que la Corte Suprema no lleva ese nombre por casualidad.
Hace referencia a que se trata de una instancia que tiene mayor perspectiva de análisis y amplitud para definir criterios y por lo mismo, las irregularidades sobre las que no se puede (o no quiere) pronunciar una instancia local si los puede (y debe) asumir la Suprema.
Así que la cosa agarra vuelo de nuevo.
Yo, que llevo apenas un año metido 24/7 en esto de estorbar el avance de corporaciones depredadoras, creo que le debemos mucho a HidroAysén.
Al fin y al cabo sin ellos no habríamos abierto los ojos; sin su tozudez, sin esas graciosas descalificaciones que nos envía su departamento de prensa (¡saludos!), sin las infinitas razones que nos han dado para llevarlos a juicio, para evidenciar las fallas de la evaluación ambiental, y para evidenciar la complicidad del Gobierno a favor de intereses privados cuando de conflictos ambientales por energía se trata.
Paradójicamente el jefe de HidroAysén ha logrado lo que su partido -o los otros- no han podido hacer: despertar a una sociedad civil que quiere insistentemente recuperar su dignidad, el valor de lo público y el beneficio de todos como política central del buen gobierno.
A HidroAysén le debemos la visibilidad del desastre de Ralco, las ganas de defender nuestro patrimonio, la visibilidad de las cientos de alternativas que Chile tiene.
También el habernos mostrado lo desinformado que estaba el mismo Gobierno cuando habló de proyección de demanda y de “duplicación” de la matriz.
Muy especialmente le debemos la creación de una comisión ciudadana y parlamentaria de energía que en los próximos días va a emitir un informe claro respecto de las perversiones de un sistema eléctrico que nos transfiere los costos a los individuos y que se ampara en el rol del estado, marginado de una planificación básica respecto de la energía que queremos y necesitamos.
Este es un asalto a 15 rounds. Y somos como Rocky. Patagonia sin represas.