El miércoles se realizó el mentado y esperado cacerolazo, como símbolo de la gran protesta de las mujeres del sector oriente de la capital, en contra de los sucesivos actos de delincuencia manifestados en robos y actitudes violentas contras las personas y los bienes. Hubo solidaridad, incluso desde China, lo que señala una gran repercusión mediática, porque sin duda en un gran tema que a todos importa, afecta y atemoriza. No olvidemos que el ranking que lidera los temas de mayor connotación social es sin duda éste que denuncian con tanto énfasis la mayoría de los ciudadanos.
Conocemos que algunos países “resuelven”, esta problemática mundial, con mecanismos como por ejemplo aumentar el control de identidad, las penas, tolerancia cero, aumento de centros privativos de libertad, etc.
Todas esas medidas no me convencen, pues la superación de esta lacra social queda encubierta, o mejor dicho se oculta mientras las personas cumplen condenas. Esto se entiende de manera muy simple, ya que las sociedades castigadoras lo único que logran con aquello es silenciar el problema, mientras las personas son segregadas y/o separadas de la comunidad.
El egreso de estos ciudadanos o el retorno a la libertad se hace con una carga emocional negativa al extremo, expresándose, muchas veces, en más violencia, sofisticada delincuencia, ira desbordada y agresiones sin límites.
La única manera de saber efectivamente que el tema de la delincuencia se supera de manera real y con porcentajes importantes, es cuando las personas alcanzan armonía espiritual, cordura, equilibrio emocional, sanación psíquica y valoración de sí mismo.
Desde luego que esto no se conquista en ambientes hacinados, violentos, confrontacionales y contaminados, sino en un proceso de encuentro con sus propios demonios que han de enfrentar con valentía y con un profundo sentido de responsabilidad. Sólo el tiempo y un tiempo no menor de algunos años, podrá darnos la certeza que nuestra metodología es superior y logrando éxitos inserción social mayor que cualquiera otro sistema que mantenga el castigo y la separación de la comunidad.
Con todo, debo decir que de no operar un cambio significativo en las autoridades respecto a las alternativas a la privación de libertad, hechos lamentables, horrorosos y reprobables, desde todo punto de vista, seguirán ocurriendo con mucha más intensidad.
Un sistema que acuña el castigo, la marginación y violando de manera continua, los derechos básicos de una persona, que está en prisión, excluye prácticamente de por vida, toda posibilidad para insertarse con normalidad y sólo se puede esperar de ello lo indicado anteriormente.
Una solución que ha planteado la Fundación Paternitas, para los que cumplen privación de libertad es la creación de políticas públicas, con un Estado más comprometido, que contemple la capacitación y preparación de éstas personas para la inserción social, familiar y laboral y que además considere un trabajo de seguimiento de al menos dos años.