La educación sexual es un proceso que dura toda la vida, y desde su inicio, no sólo se ha de limitar a explicar cómo y de dónde vienen los niños. Tenemos la obligación como adultos de formar actitudes y valores sobre la identidad, la intimidad, las relaciones interpersonales, el afecto y la imagen corporal.
Cuando padres y madres emprenden el “desafío” de hablar de sexo con sus hijos e hijas, la inseguridad está presente desde el comienzo, siendo las principales causas de esta indecisión los temores personales y la propia desinformación.
Aquí surgen las dudas sobre qué es en realidad la educación sexual y para qué sirve, hay que enfrentarse a variadas ideas erróneas e incluso falsas, y a la influencia que ejerce la sociedad actual, que muchas veces distorsiona la imagen más apropiada sobre sexualidad que se debe proporcionar en la relación paterno filial.
Transmitir información sobre el sexo a los niños/as y adolescentes es exteriorizar nuestro sistema de valores, por ello es tan importante conocerse previamente uno mismo y, si es necesario, realizar ejercicios constantes de autoformación y aprendizaje sobre el tema, para responsabilizarnos verdaderamente de la educación que estamos traspasando.
Hoy en día, los conceptos relacionados con la sexualidad se encuentran por todas partes, se usa el sexo como publicidad, ya sea como medio de promoción de automóviles, alcohol, ropa, etc., y los medios de comunicación subrayan de forma repetida todo aquello que pueda tener un toque morboso o de escándalo sexual.
Lo más preocupante es que, paralelamente, existe una cultura sobre la sexualidad demasiado débil en nuestro país; su educación, más que abarcar la mera abundancia de información, debe fomentar a los más jóvenes una conciencia de conocimiento del propio cuerpo, explicarles la etapa en que están viviendo, anticiparse al futuro inmediato y anunciarles los cambios que están por venir.
Esa “incultura sexual”, que se basa en la superabundancia de información y estímulos acerca del tema, se ha convertido en uno de los tantos factores que dan pie a casos de explotación sexual de niños y niñas, a los que con preocupante frecuencia nos hemos visto enfrentados en este último tiempo.
Por ello, como Servicio Nacional de Menores estamos desarrollando un “Ciclo de Seminarios sobre Sexualidad y Afectividad: contra la Explotación Sexual de Niños, Niñas y Adolescentes”, destinado a padres/madres, apoderados y gente vinculada a la educación y al ámbito jurídico, a realizarse los días 27 y 28 de agosto en la Décima Región (zona que justamente está siendo de las más afectadas por el flagelo de la explotación sexual), en las ciudades de Castro y Puerto Montt, respectivamente.
Una cultura sexual sana y favorable para el mundo infanto-juvenil depende de elementos biológicos, psicológicos y sociales, que se originan en los conocimientos y valores integrales que como adultos responsables tenemos el deber de comunicar a nuestros hijos/as.
Para los chilenos, esta sigue siendo una asignatura pendiente que, forzosamente, ya no se puede seguir reprobando.