De un tiempo a esta parte los nombramientos para la Corte Suprema han sido un tema de debate público y es una muy buena señal que la opinión pública éste interiorizada de esta discusión.
Este es un proceso en el que intervienen los tres poderes del Estado: el Poder Judicial elabora una quina con nombres. Esta propuesta llega al gobierno y el Ejecutivo selecciona uno de ellos.Luego, la envía al Senado, para que apruebe o rechace la iniciativa del ejecutivo.
De esta forma se busca comprometer y buscar una visión mucho más amplia del tipo de justicia que queremos y quienes deben ser los integrantes del máximo tribunal y que a mi juicio debieran ajustarse a una mirada común que como sociedad tenemos de lo que debe ser la justicia.
Cuando un mandatario decide y envía un nombre está mandando una señal acerca del tipo de justicia que quiere para el desarrollo de la Nación y esa nominación significa que va a interpretar y defender de la mejor manera para Chile el tipo de justicia que queremos para el país como un órgano de última instancia.
En el pasado, hemos podido observar procedimientos complejos y nombramientos que han tensado la discusión nacional. El último fue el de la ministra Gloria Ana Chevesich.
Por una parte, algunos tenían la argumentación que ella contaba con los méritos para conformar el máximo tribunal por su buen desempeño en las causas que le tocó investigar, incluida la denominada Mop Gate.
Otros estimamos, que sin desmerecer esos antecedentes incluido el citado caso, había otros fallos de esa ministra que nos dejaban dudas respecto al tipo de justicia que queremos para Chile.
Ella en un fallo dividido, argumentó que Manuel Contreras, ex jefe de la DINA, tenía irreprochable conducta anterior, mientras que los otros dos ministros de la Corte de Apelaciones pensaron de manera distinta.Esto no significa que algunos jueces tengan la razón y otros no, lo que si demuestra es que dentro del poder judicial existen diversas visiones sobre la administración de la justicia.
Lo que corresponde al Senado es pronunciarse sobre qué tipo de ministros queremos para la Corte Suprema. No hay buenos ni malos jueces, hay ministros que tienen visiones distintas y frente a eso nosotros nos pronunciamos, en base a los fallos que han dictado.
Es por eso que frente al anuncio realizado por el Presidente estamos frente al mismo dilema que con el nombramiento anterior. Esto no tiene que ver con el nombre del juez que se nomine sino con el tipo de impronta y representación que queremos darle al máximo tribunal.
Frente a esto es que le hemos solicitado al Presidente de la República un gesto de coherencia con los dichos que el mismo ha realizado a propósito del recuerdo de los 40 años del golpe militar.Simbolizando en los tres gestos que hizo el mandatario.
En primer lugar, habló de “cómplices pasivos,” como una crítica directa a aquellos civiles que participaron en el gobierno durante la dictadura. En segundo lugar, defendió el voto por el No y lo contrarrestó con la votación de la candidata de la Alianza que votó por el Sí, y en tercer lugar, tuvo la oportunidad de cerrar el penal Cordillera para trasladar a los condenados a Punta Peuco.
Estos tres hitos fueron una clara demostración a favor de los derechos humanos.
Es por eso que muchos esperábamos y aún estamos dispuestos a que el Presidente Piñera pueda nombrar a otro integrante de la quina, una persona que hizo mucho por los derechos humanos en plena Dictadura y sufrió buena parte de la crítica de la derecha y los “cómplices pasivos” por su actuar en esta materia.
Con todos estos antecedentes y este largo septiembre que tuvimos, muchos esperamos que exista consecuencia y aún está a tiempo el Presidente de cambiar su decisión y para eso contará con todo nuestro apoyo para poder levantar ese veto que le tienen impuesto los “cómplices pasivos” al Juez Carlos Cerda para evitar que un magistrado que tiene una gran trayectoria en defensa de los derechos humanos llegue a la Suprema.