En las postrimerías del régimen militar, el empresario Vicente Navarrete compró en La Florida un paño de 570 hectáreas de pre-cordillera en una cifra aproximada de tres millones de pesos de la época.
En la zona oriente-sur de la capital El Panul es una de las más importantes y escasas reservas de biósfera ambiental. Poblado de quillayes, litres, maitenes, espinos, peumos, guayacanes y numerosos árboles nativos, este fundo actúa como una sábana de control y equilibrio atmosférico para Santiago y evita el riesgo de mayores inundaciones.
Toda la enorme y rica vegetación existente captura el material particulado en suspensión, absorbe el dióxido de carbono y entrega oxígeno para millones de habitantes de la metrópoli.
El bosque actúa como esponja: absorbe el agua y dosifica su impacto y evita la erosión del suelo y frena los rodados brindando seguridad a miles de habitantes que comprenden La Granja, La Florida y San Ramón.
Sin embargo, este bosque extendido, único por sus características de ser un bosque esclerófilo, está hoy en peligro.
En efecto, la Seremi de Vivienda, Marisol Rojas ha enviado hace unos días un Oficio a la Dirección de Obras Municipales de La Florida reiterando la necesidad de aprobar un poderoso proyecto inmobiliario de la empresa Gesterra para construir 1.370 viviendas para sectores acomodados, independientemente de las precauciones municipales, también reiteradas en varias ocasiones, en cuanto a que tales viviendas y por lo tanto cientos de familias y miles de personas, estarían sometidos a elevados riesgos como resultado de la remoción del bosque nativo y decenas de especies, el relleno artificial de quebradas naturales que afectarían el curso de las aguas lluvias y la correspondiente incidencia en aluviones que, como en el caso de Macul años atrás, podrían generar enormes costos en vidas humanas y materiales.
Todo esto sin dejar de mencionar que tales viviendas se asentarían, además, en la falla natural de Ramón.
El Concejo Municipal examinó en su momento esta delicada perspectiva y recomendó al Municipio de La Florida efectuar un profundo estudio de estos indicadores de riesgo.
No obstante, la renuncia del Alcalde Gajardo (PS) dejó esta recomendación en un compás de espera, precisamente, lo que aprovecha ahora la Seremi de Vivienda del Gobierno de Piñera para empujar y prácticamente exigir la aprobación del proyecto inmobiliario y con ello obligar las autorizaciones correspondientes para que la inmobiliaria inicie trabajos en el bosque el Panul y los floridanos y santiaguinos asistan a la destrucción de un escaso recurso ambiental para una capital extremadamente contaminada.
La solución es que el Estado compre este paño de terreno y lo destine a un Parque natural en la zona oriente-sur de la capital y permita con ello, no sólo que miles de santiaguinos puedan contar con un pulmón verde, sino que además se permita a los habitantes de Santiago gozar de los beneficios de contar con este bosque nativo, por el cual ya cruzan hoy torres de conducción eléctrica, como señal catastrófica de una modernidad que afecta nuestra calidad de vida.
La Seremi de Vivienda ha señalado en forma imperativa que el proyecto inmobiliario requiere ser aprobado. Los vecinos de La Florida están en pié para impedirlo.
El Municipio y su actual Concejo ha respaldo a la Dirección de Obras. Los ciudadanos localesestán organizados en un Movimiento de Defensa del Panul.
Si usted sube por Rojas Magallanes (metro de igual nombre) y recorre en un par de horas al menos la rica vegetación natural y se aproxima a la cota 1.200 de los cerros de este bosque y mira hacia Santiago cubierto por una capa gris a negra de contaminación, comprenderá que destruir este bosque para levantar 1.370 viviendas ABC1, no es aceptable.
Imagine nuevas calles pavimentadas, que matarán el curso natural de las aguas de montaña y cientos de nuevos vehículos rodando por La Florida, la instalación de nuevos supermercados, bombas de bencina y, en definitiva, el impacto de proyectos a los cuales sólo les importa la plusvalía financiera, podrá comprender mirando a Santiago desde los cerros del Panul que estamos a poca distancia de cometer un nuevo crimen ambiental en la capital.
¿Podemos permitirlo?