No se recuerda en España unas elecciones autonómicas y municipales que hayan despertado tantas expectativas como las celebradas el pasado domingo.
Tras los resultados, el panorama político ya no es el que era hace unos días. El bipartidismo tiene sus horas contadas. Las mayorías absolutas de ayer son inalcanzables hoy. Las nuevas fuerzas políticas que entraron en escena con el movimiento de “los indignados”, hace cuatro años, ahora sacan pecho y advierten que hay que contar con ellos sí o sí.
Una visión general del reparto de votos podría hacernos creer de manera engañosa que el conservador Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español siguen a la cabeza en cuanto a preferencias de los ciudadanos.
La opinión cambia si se comparan las cifras de papeletas recibidas ahora con las de anteriores comicios. El desgaste de ambas agrupaciones sobrepasa los tres millones de votos. Un retroceso que obliga a los líderes de esos partidos- Mariano Rajoy y Pedro Sánchez- a tomar nota si pretenden cantar victoria en los comicios generales a celebrarse en noviembre.
La inexistencia de victorias absolutas hace imprescindible los pactos para formar el nuevo mapa político en todo el territorio español.
Dos de estas nuevas agrupaciones que se han presentado como adalides de transparencias y combativas contra la corrupción, la prepotencia y las malas prácticas, tienen la llave para el prometido cambio profundo en los gobiernos locales y territoriales.
Ciudadanos- movimiento político de centro derecha , fundado en Cataluña por Albert Rivera para contrarrestar la llama nacionalista e independentista, se ha instalado en el tercer lugar de los partidos políticos españoles por número de concejales y diputados .
El izquierdista Podemos, liderado por el sociólogo Pablo Iglesias, que esta vez ha presentado candidatos en sólo algunos ayuntamientos y comunidades, ocupa el cuarto lugar.
Es verdad que de estas agrupaciones políticas, mediáticamente aupadas, se esperaba más adhesiones, no obstante, los votos obtenidos auguran mayores glorias a muy corto plazo.
En las ciudades más importantes de España los pactos permitirán desplazar a los alcaldes y presidentes autonómicos del Partido Popular y nacionalistas para dar paso a representantes de partidos o movimientos de izquierda. Ejemplos, Madrid, Barcelona, Valencia o Zaragoza.
En la capital de España, la ex jueza Manuela Carmena, al frente de Ahora Madrid, que aglutina a movimientos sociales y grupos de la llamada Nueva Izquierda ( Podemos, entre ellos) logrará la alcaldía con el apoyo de los socialistas.
Carmena deja fuera de juego a la popular Esperanza Aguirre, ex presidenta de la Comunidad Autónoma, jefa regional de los populares y firme defensora de las políticas económicas neoliberales.
En Barcelona, la líder de movimientos sociales Ada Colau, con el apoyo de diversas fuerzas de izquierda, arrebata el Ayuntamiento a Xavier Trías , de Convergencia y Unió y con ello asesta un duro golpe al plan independentista del presidente catalán Artur Mas.
Tras los resultados de estas elecciones, partidos tradicionales, independentistas y fuerzas políticas que habían tenido hasta hace poco presencia notable o aspiraban a ocupar lugares relevantes en el mapa español están obligados a analizar su retroceso, su fracaso o su casi desaparición ( Izquierda Unida y Unión Progreso y Democracia).
Deben actuar rápido ya que el tiempo apremia. Seis meses en política es nada.
Las organizaciones que en mayo de 2011 se tomaron espontáneamente las plazas, las calles y lugares públicos de España ( puerta del Sol) para cerrar filas contra las medidas económicas impuestas so pretexto de frenar la crisis pueden darse por satisfechas.
Hoy, los líderes de partidos, movimientos o grupos nacidos en esas protestas condicionan su apoyo a alcaldes y presidentes autonómicos.
Si quieren gobernar tendrán que comprometerse a cambios profundos que beneficien a la mayoría de los ciudadanos, al buen desempeño de las instituciones y el combate frontal contra la corrupción.
Ya no basta con ganar unas elecciones. Llega la hora de cumplir.