En una decisión que sorprendió a muchos, el Primer Ministro griego Antonis Samarás anticipó la elección del Presidente del país heleno. Esta elección debía realizarse en el Parlamento pero luego de tres intentos, el líder de la Nueva Democracia (partido conservador griego en el poder en coalición con fuerzas de centro izquierda) no logró imponer su candidato, forzando la disolución de la Cámara y adelantando las elecciones generales para el próximo 25 de enero.
El partido Syriza (Coalición de la Izquierda Radical, ésa es la traducción) se presenta como favorito en las encuestas. Cercano al 30% de la intención de voto en algunos sondeos, Alexis Tsipras, su carismático líder, se presenta como el “gran desafío” para quienes siguen defendiendo la política de austeridad severa, con Alemania a la cabeza.
Las alarmas en Europa no se han hecho esperar y una publicación del diario alemán Der Spiegel del sábado 3 de enero afirmó –citando fuentes gubernamentales germanas- que Angela Merkel consideraría “inevitable” una salida de Grecia de la eurozona si gana Syriza y pone en ejecución su plan de campaña.
Si bien el gobierno alemán no confirmó ni desmintió claramente dichas filtraciones, lo cierto es que –directa o indirectamente- las amenazas de muchos a los votantes griegos existen. Primero fueron las declaraciones del Comisario de Finanzas, Pierre Moscovici, y luego el mismo Presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, quienes manifestaron –más o menos veladamente- su deseo que el candidato de Samarás a la Presidencia fuera elegido. Personeros del gobierno alemán han prevenido que existen compromisos con la llamada “troika” –UE, Banco Central Europeo y FMI- que un nuevo Ejecutivo griego, cualquiera que éste sea, debe cumplir y que una cesación de pagos de la deuda provocaría una inevitable salida de Grecia.
Ante las especulaciones que aumentaron luego de la publicación del diario alemán, la vocera de la Comisión Europea salió al paso recordando que no existe disposición en los Tratados de la UE que establezca la salida de un país de la Eurozona y que su pertenencia es “irrevocable”. El Presidente francés, François Hollande, por su parte, en entrevista radial, afirmó que los griegos son libres de votar en las elecciones al tratarse de una democracia y que eso debía respetarse. Sin embargo, también agregó que los compromisos con la UE, BCE y FMI debían cumplirse.
Más que caer en el juego del temor que un gobierno de la Izquierda Radical podría significar en Grecia, creo que lo importante es comprender los fenómenos que se presentan. ¿Por qué Syriza hoy es el favorito de los griegos y qué posibilidades tiene de poder concretar sus ideas? ¿Existe realmente el riesgo de un “Grexit” (salida de Grecia de la zona euro).
Lo primero es señalar que no existe disposición en los tratados que establezcan un procedimiento para la salida de un país del bloque de 19 países (Lituania se unió el 1 de enero), es decir, no es tan fácil plantear que se “echará” a Grecia. Lo que sí existe es un procedimiento para salir de la UE, lo que se estableció en el Tratado de Lisboa. Por lo que, en estricto rigor, para que Grecia salga de la Eurozona debería salir de la UE.
Pero yendo a lo más de fondo, el ascenso de Syriza se explica por las graves consecuencias que la crisis ha provocado en Grecia y en sus ciudadanos. Las cifras son realmente reveladoras: caída del 25% del PIB desde 2008, aumento de la cesantía del 18% (antes del rescate) al 25,5% actual, aumento de la deuda pública de 148% a 175,5% de su PIB, aumento de suicidios, entre muchos otros aspectos. Hoy Grecia crece a un débil 0,7% y, tal como lo señala The Telegraph, ni siquiera creciendo al 2% los griegos podrían pagar la deuda antes de 13 años.
Distintas voces se han levantado para denunciar la situación: de continuar con la política de severos recortes y reformas sin estímulo real al crecimiento y al empleo, Grecia –y en su conjunto la Zona Euro- no saldrán de la crisis y la propia moneda podría verse seriamente comprometida.
Paul Krugman ayer lo decía en una columna en New York Times. El economista francés, Thomas Piketty, en una editorial en Libération llamaba también a aceptar una reestructuración de la deuda griega y a una flexibilización en la política seguida. El propio FMI el año pasado planteó esta reestructuración como la salida necesaria en estos momentos.
Syriza no plantea la salida del euro, posición que apoya un 74,2% de griegos. Menos aun salir de la UE. Si bien en algún momento planteó dejar de pagar la deuda, hoy propone una negociación más realista con los acreedores y pide una reestructuración con perdón de parte de ella (quita).
No pocos han recordado el “Acuerdo de Londres” de 1953 cuando muchos países –entre ellos España y Grecia- perdonaron gran parte de la deuda alemana que le permitió su rápida recuperación en aquellos tiempos de posguerra.
El debate hoy en Europa nuevamente toma ribetes de tensión creciente. El binomio reestructuración/cumplimiento de compromisos de Grecia se ha tomado la campaña helena. La intervención de Alemania en la decisión de griegos de la elección de sus autoridades –y de otros como el Premier Ministro checo que señaló que, de ganar Syriza, había que echar a Grecia del euro- me parece de máxima gravedad en un continente que se vanagloria de su Democracia y respeto de los derechos más esenciales de las personas.
Grecia tiene una parte muy importante de responsabilidad en lo que está viviendo –mintieron en sus cuentas públicas a la UE escondiendo el verdadero déficit fiscal, evasión de impuestos, baja recaudación fiscal, corrupción y gasto desmedido por años- pero también es cierto que han hecho un duro trabajo estos años, con un costo enorme para su población y han logrado, poco a poco, ir saneando muchos aspectos en los que estaban al debe. Hoy necesitan urgentemente un alivio en los plazos y los intereses. No es posible que griegos paguen por sus préstamos intereses muy por sobre los que pagan los países del Norte, en especial Alemania.
Si bien es cierto que la Eurozona hoy tiene más espaldas para afrontar una posible salida de Grecia del euro (con su mecanismo de estabilización financiera y el reforzamiento de la unión bancaria), no es verdad que esto no tenga un costo para el resto o que no existan riesgos de contagio a otros países del Sur, incluso llegando a Francia.
A diferencia de lo que ocurrió en los años 2011-2012 hoy la crisis es eminentemente política y, por lo tanto, la salida debe comenzar por la voluntad de los Gobiernos. Syriza no es la enfermedad, es solo un síntoma de lo que ha pasado en Europa. Muchos griegos sienten que ya no tienen nada que perder apostando a la Izquierda Radical ya que la crisis les ha llevado todo.
Así también podrían pensar otros en países como Francia, Dinamarca, Suecia, Alemania o Hungría, en que alternativas –esta vez de ultraderecha- se presentan atractivas para protestar por lo que sienten una inoperancia de la UE y de sus gobiernos.
Los partidos tradicionales europeos de centro –Conservador y Social Demócrata- están siendo cuestionados ya sea desde la derecha como de la izquierda. Los Treinta Años Gloriosos de Europa se ven lejanos y la brecha aumenta. Grecia es solo una señal de alarma y es todo el proyecto europeo finalmente el que está en juego.
Una negociación –al más puro estilo europeo que ha caracterizado al proceso de integración desde sus inicios- se hace necesario. Alemania no puede cerrar la puerta porque, de lo contrario, la próxima vez la cerrará por fuera y pondrá el candado al proceso más exitoso de integración democrática y pacífica que la Historia ha conocido.