Estamos siendo testigos de un momento histórico, el que marca el restablecimiento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. El histórico acuerdo, dado a conocer este miércoles 17 por los presidentes Barack Obama y Raúl Castro, supone que ambos países volverán a tener embajadores de su contraparte en sus respectivas capitales; que Washington facilitará los viajes de sus ciudadanos hacia Cuba y permitirá el aumento del monto de las remesas que se envían a dicho país y que se sacará a Cuba de la lista de patrocinadores del terrorismo.
Además, como parte de la negociación, tres agentes cubanos presos hace 15 años en Estados Unidos –que en su país tienen estatus de héroes- fueron liberados. Lo propio sucedió con un empresario norteamericano arrestado en La Habana, acusado de espionaje.
El bloqueo, ese añoso y rabioso saboteo al pueblo cubano, ha tenido un costo difícil de cuantificar. Como dijo oportunamente el escritor uruguayo Eduardo Galeano “el cerco asfixiante tendido en torno a Cuba es una forma de intervención, la más feroz, la más eficaz, en sus asuntos internos: genera desesperación, estimula la represión, desalienta la libertad. Bien lo saben los bloqueadores”.
En este contexto, el anuncio del fin de las hostilidades entre Cuba y Estados Unidos –hecho en forma simultánea por los presidentes de ambos países en mensajes televisados a sus respectivas naciones- debe ser interpretado como el inicio de un nuevo tiempo en el que el diálogo sincero y el mutuo respeto, se impondrán al belicismo y el complot.
La señal del reinicio de las relaciones diplomáticas entre Estados y Cuba ha sido tan potente, que se ha vuelto contagiosa: sólo un día después que se revelara este acuerdo, las FARC informaron que implementarían un cese unilateral del fuego en Colombia. “Esto va a repercutir positivamente en todo el hemisferio”, afirmó el presidente colombiano Juan Manuel Santos.
El contexto favorable a los acuerdos también está llegando a nuestro país.Distintas voces piden que las diferencias con Bolivia se resuelvan mediante un diálogo sincero que apunte a poner fin a la mediterraneidad del altiplánico país. Después de todo y, tal como sucedió a Washington con el embargo a Cuba, el gran obstáculo que impide a nuestro país avanzar en su integración regional es la negativa a resolver el diferendo con Bolivia.
Sin embargo, el camino del entendimiento entre Cuba y EEUU enfrentará grandes dificultades.La primera se verificará en el Capitolio, dado que los republicanos ya han anunciado una oposición radical al proyecto. Las derechas más rancias de América Latina también intentarán dificultar las tratativas basadas en el diálogo Washington-La Habana.
No obstante esto, quienes se oponen a este nuevo clima de entendimiento también la tendrá difícil. Esto, debido a que en forma creciente la opinión pública norteamericana propende a la búsqueda de acuerdos y rechaza el bloqueo. De hecho, hasta los cubano-americanos son hoy en su mayoría contrarios al embargo.
En este mismo sentido, cabe mencionar que las Naciones Unidas han rechazado el embargo contra Cuba, y, sin duda, la comunidad internacional respaldará el camino del diálogo que estamos viendo nacer. Esta tendencia será más fuerte si se considera que el reencuentro entre ambos países fue patrocinado fundamentalmente por el Papa Francisco, que probablemente es la figura más respetada de nuestro tiempo.
El acuerdo diplomático con el Imperio es sin duda un triunfo de la Cuba socialista y revolucionaria que ha resistido más de medio siglo de acoso de una fuerza desproporcionadamente superior.
Justo es subrayar que, pese a este difícil contexto, este país ha podido construir una sociedad en donde la noción de bien común está en el centro de su quehacer, como lo pone de manifiesto la prioridad que allí tienen el deporte, la educación, la salud y la cultura.
A mayor abundamiento, es dable acotar que, pese a la precariedad en la que se ha visto obligada a vivir, Cuba ha tenido la generosidad de aportar constantemente al desarrollo de otros países en planes de largo alcance, fundamentalmente en políticas de salud y deporte. Pero también ha destacado por hacerlo en emergencias, como ocurrió en el terremoto y tsunami ocurrido en Chile el 27 de febrero de 2010, episodio tras el cual instaló un completo hospital de campaña en Rancagua. Otro ejemplo: 300 médicos cubanos voluntarios combaten actualmente el ébola en África.
Respecto del presidente Obama cabe señalar que con este paso retoma la iniciativa política en momentos que su credibilidad se encuentra estructuralmente debilitada por la continuidad que ha dado a las políticas imperialistas y por el incumplimiento de sus promesas de campaña como es, por ejemplo, el cierre de la prisión de Guantánamo.
Por lo mismo, es un deber de América Latina estar atenta a que EEUU no imponga injustas sanciones contra Venezuela, las que en el actual escenario podrían pasar desapercibidas.
No sería aceptable que la nueva etapa de las relaciones internacionales abiertas en nuestro continente con el paso dado en Cuba, viniera aparejada de una ofensiva de Washington contra Caracas. Venezuela no puede ser la nueva Cuba.