Han pasado tres meses desde el término de la Operación Margen Protector lanzada por las Fuerzas de Defensa Israelíes en la franja de Gaza en julio y agosto de 2014.Durante las operaciones, el gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu, representando el ala más nacionalista de la política israelí, recibió una aprobación que superó el 80% de la población. Por su parte, el movimiento Hamas, agrupación islamista que gobierna en la franja de Gaza y desconoce al Estado de Israel, parecía imponerse como la principal organización palestina, con manifestaciones a su favor en la Cisjordania y en Jerusalén Oriental.
El clima de polarización política en ambas sociedades parecía claro y decisivo. Sin embargo, en el transcurso de tres meses las fisuras en la política israelí y palestina se han profundizado. Del lado israelí, la propuesta de crear una nueva ley del “Estado judío”, que puede llegar a marginar a las minorías del país, calculadas en un 25%, ha dividido y quebrado a la coalición de gobierno. Esta iniciativa, votada y aprobada por el gabinete de Netanyahu en noviembre de 2014, se da en un contexto de creciente violencia terrorista en Jerusalén oriental, y, al mismo tiempo, de anuncios que llaman a aumentar los asentamientos judíos en la parte oriental de esta ciudad.
Las críticas a la mencionada ley han venido no solo de la oposición, sino de personalidades que forman parte de la coalición liderada por Netanyahu. La ministra de Justicia, TzipiLivni, líder del partido Hatnuah (el movimiento), ha sido una fuerte crítica del premier, acusándolo de querer llevar al país a una teocracia con la adopción de esta ley. Por su parte, el ministro de economía, Yair Lapid, del partido YeshAtid (existe futuro) ha acusado en reiteradas ocasiones a Netanyahu de ceder ante los ultraortodoxos. Finalmente, el 2 de diciembre, el primer ministro anunció que no tolerará una oposición desde dentro (haciendo referencia a las críticas de Livni y Lapid), señalando que disolvería el parlamento y convocaría a nuevas elecciones.
¿Qué hay detrás del anuncio de Netanyahu? La necesidad de un acercamiento con sus socios más extremistas en la coalición, como Israel Beitenu (Israel nuestra casa), con el cual corrió en una misma lista en las elecciones de marzo de 2013, y Habait Yehudi (la casa judía). Ambos partidos son contrarios a la creación de un Estado palestino, favorecen el proceso de colonización judía en la Cisjordania y Jerusalén oriental, y han sido firmes defensores de una nueva ley de “Estado judío”, que puede marginar y segregar a todos aquellos que no son judíos, tal como lo han señalado sus críticos, entre ellos Livni y Lapid.
Del lado palestino, las divisiones no son menores en el denominado “gobierno de unidad nacional”, conformado en abril de 2014 por Hamas y Fatah. El primero es un movimiento considerado como terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea, mientras que el segundo es el principal partido de la Organización de Liberación Palestina.
El primero busca la destrucción del Estado de Israel y se niega por lo tanto a cualquier acuerdo político, en tanto que el segundo es partidario de llevar a cabo negociaciones directas bajo la fórmula de dos Estados. La historia de enfrentamientos entre ambos se remonta a la creación misma de Hamas en 1987 y se profundiza a partir de 2006, cuando el movimiento islamista gana las elecciones palestinas y posteriormente expulsa a Fatah de Gaza, lo que produce una guerra civil entre ambas entidades.
En momentos de confrontación con Israel, como en el caso de la última operación en Gaza, en julio y agosto de 2014, ambos partidos mantuvieron la cooperación. No obstante, con el término de las hostilidades, las disputas se han avivado. Uno de los temas en cuestión dice relación con un acuerdo no cumplido de que la Autoridad Palestina, representada por Fatah, y que gobierna Cisjordania, asuma también el gobierno de Gaza, que actualmente está en manos de Hamas. La división entre Gaza y Cisjordania, la primera gobernada por Hamas y la segunda por Fatah, continúa y, por lo tanto, no se ha concretado en los hechos un gobierno de unidad nacional.
También existen discrepancias sobre la forma y los plazos en que se realizarían las próximas elecciones palestinas. Y desacuerdos mayores pueden producirse sobre la situación de Egipto. Mientras Fatah ha tenido la tendencia a apoyar al gobierno egipcio, Hamas, que es una rama de la Hermandad Musulmana, ha sido fuertemente crítica de las políticas de El Cairo, donde los Hermanos Musulmanes están prohibidos de cualquier actividad política, tras el golpe de Estado de julio de 2013.
En este contexto de divisiones políticas internas en Israel y Palestina, pueden surgir oportunidades para un cambio en la relación entre palestinos e israelíes, o por el contrario se pueden consolidar las condiciones del status quo, con un empeoramiento en la relación y convivencia entre ambos pueblos.
Todo dependerá si en las próximas respectivas elecciones se elegirán nuevos líderes, capaces de hacer compromisos históricos, o si se conservarán los ya existentes. He aquí el gran dilema futuro: la mantención de líderes y coaliciones que favorezcan los nacionalismos, la construcción de asentamientos, la destrucción de Israel, la continuación del bloqueo, marcarán un status quo, de violencia, guerra, terrorismo y deslegitimización del otro.
Por el contrario, la elección de nuevos líderes, que tengan la fuerza y convicción para dialogar, con llamados claros al reconocimiento de Israel y de Palestina, al fin de los asentamientos y del bloqueo, al término del terrorismo, serán el único camino para avanzar en un proceso de paz que está prácticamente detenido hace ya casi 15 años, desde la Cumbre de Paz de Camp David en julio de 2000.
El camino hacia la paz no se logrará por presiones externas, sino que por compromisos de líderes dispuestos a dar pasos históricos para comprometerse con el diálogo y la cooperación, como lo mostraron el presidente egipcio Sadat, los primeros ministros israelíes Begin y Rabin, el rey jordano Hussein I, el presidente palestino Arafat.