La prensa nacional de inmediato tuvo la respuesta sobre el trágico derribo de un Boing 777 de la aerolínea malasia que volaba en la región de Donetsz, Ucrania, donde se produce una operación de limpieza étnica (similar a Gaza en Palestina), por parte de las fuerzas armadas al mando del presidente auto designado producto de un “golpe suave”, Piotr Poroshenco.
Como es habitual desde hace décadas, de inmediato pidieron la información al Departamento de Estado de los Estados Unidos, con el fin de que entregara declaraciones al respecto. En ese sentido, se publicó la declaración del vicepresidente estadounidense afirmando categóricamente que éste avión había sido derribado intencionalmente y no era un accidente…aunque no emitió juicio sobre el autor. Pese a poseer supuestamente la documentación confirmando un ataque, paradójicamente no pudo explicar la otra parte del proceso.
A continuación, para ser más “exactos” se ratificó la idea de que había sido cerca de “la zona de conflicto con Rusia” y que la nave MH17 habría sido derribada por un misil. Por tanto, se corroboraba nuevamente que la lucha en Ucrania no es entre un amplio sector de la población de ese país y su dirigencia aliada al fascismo del Maidán sino con una nación con la cual la Federación tiene fronteras. Así se construye un teatro de operaciones para tergiversar la verdad que luego se conocerá plenamente aunque se intente ocultar.
Se adereza la noticia con las palabras del presidente del régimen ucraniano quien manifiesta consternado que, de ningún modo, sus fuerzas han tenido nada que ver con ese incidente pues no es su estilo militar, agregando que no se puede descartar que los terroristas del sureste, apoyados por Rusia, hayan sido los autores pues les interesa crear conflicto con su nación.
Lo que no dice la prensa de la patria, tal vez necesitando con urgencia prudencia y autonomía, es cómo se sabe que fue impactado por un misil y no se conoce su ejecutante, porqué al avión le fue ordenada una altitud inferior a la usualmente normal, quién ordena el uso del el armamento misilístico tierra aire denominado BUK M1 de las fuerzas ucranianas y poseía la información sobre el tránsito de dicha nave sobre ese espacio aéreo, incluidos algunos datos entregados por vía twitter acerca del control inmediato de la torre de control en Kiev por especialistas de habla no nativa una vez sucedida la tragedia.
En este momento las pruebas ya existen y son incontrovertibles pues en los radares, en los mapas electrónicos, en las guías de vuelo, entre otros elementos, está la realidad de lo ocurrido. El ministerio de Defensa ruso ha ratificado que se detectó a través del sistema de radiotécnica la actividad ucraniana de los misiles BUK en el sureste el día del siniestro, estableciendo el funcionamiento tanto de la estación de radares 9s18 Kúpol como el sistema de misiles de defensa aérea citado, ubicados en el área del evento.
La verdad se sabrá con certeza aunque la preocupación estriba en que, si lo hace una comisión “independiente” de las Naciones Unidas, ocurra como en el caso de las armas tóxicas en Siria lo cual fue confirmado aunque no se dijo quien era su ejecutante, ocultando la verdad de los hechos y comprobándose más tarde que habían sido manipuladas por Al Qaeda.
Conocer la verdad siempre implica interrogantes que deja indicios sobre la tragedia: ¿qué sector político se beneficia de un hecho como éste y quién es capaz de cometer atrocidades de este tipo sin ningún remordimiento?
¿No será un pretexto para llamar a la intervención de la OTAN ante un manejo gubernamental en declive completo? ¿Las autodefensas pueden pasar a la ofensiva muy pronto? Las nuevas preguntas y sus respuestas son la explicación.