18 jul 2014

Guerra al pecado

Hace unos días la revista SCIENCE publicó ¿Por qué la investigación se centra en el “lado malo” de cannabis y le dan muy poca atención como droga? La periodista Lizzie Wade de SCIENCE habló con el Dr. Ian Mitchell, médico de Urgencia en la Universidad Southern, Columbia Británica, Canadá y autor del blog Contexto Clínico de la Cannabis.

Él dice que la política influye en la investigación en esta controvertida materia. Detalla la entrevista al Dr. Ian Mitchell que la política obstaculiza la investigación sobre los beneficios médicos de la marihuana, aunque las restricciones están decayendo. Afirma que la política influye en la investigación en esta controvertida materia.Como médico, recomienda el cannabis medicinal para determinados pacientes investigados y que logran beneficios. Él investiga sobre la droga y critica los estudios que piensa que se basan en información obsoleta o se realizan con un sesgo anti-cannabis.

La periodista ‒sabiendo que esta semana el Instituto Nacional del Abuso de Drogas en los EE.UU. (INAD) anunció que el uso de marihuana puede dañar los centros de placer del cerebro y los investigadores del Reino Unido dicen que descubrieron porqué te puede hacer paranoico‒ le disparó dos preguntas. ¿Es la política la que influye en los efectos negativos de la marihuana? ¿Por qué oímos más de estudios que muestran efectos negativos de la marihuana?

Dr. Mitchell muy seguro, le explicó: el INAD es el centro de investigación del cannabis en Norte-América y su encargo es muy claramente el estudio del consumo de drogas. Así financia los estudios que se centran en los abusos. En Estados Unidos, si alguien quiere ejecutar un estudio para demostrar algún beneficio del cannabis, no se permite realizarlo porque INAD no podría darle muestras para su uso. Así que no hay estudios sobre los beneficios médicos potenciales que se hubieran hecho.

Por ejemplo, no existe aún una buena investigación para estudiar el potencial de la marihuana para tratar otras molestias como el trastorno por estrés postraumático. No se ha podido lograr debido a todos los obstáculos políticos.

La periodista presiona, ¿cambian las leyes en los EE.UU. ‒por ejemplo, por la legalización en Colorado, Washington y en Uruguay ‒e influye la investigación sobre la marihuana?

Él responde, la investigación sobre la marihuana progresa. En Colorado destinan parte de los ingresos generados por la venta de marihuana para la investigación. Eso va a ser muy útil, porque ese dinero ‒a diferencia del financiamiento por el INAD‒ estará destinado a la búsqueda de beneficios. Porque hay interés en hacer un seguimiento de los datos sociales sobre el uso recreativo.

En Washington y Colorado, están recolectando datos sobre accidentes de tráfico, víctimas mortales, accidentes de peatones, las tasas de suicidio, las tasas de homicidio, todo ese tipo de cosas. Esa es una cantidad de datos de enorme importancia que en realidad hasta ahora no se había seguido. Ahora que en esas zonas el uso recreativo es legal, es mucho más fácil de estudiar. En las zonas en las que es ilegal, realmente no se puede preguntar a la gente acerca de este tipo de conductas, ya que no quieren ser arrestados.

Otra pregunta. ¿Hay peligro que la investigación sobre los beneficios médicos de la marihuana también se politicen? A veces escuchamos la evidencia anecdótica de tumores que se reducen con la marihuana, por ejemplo.

Dr. Mirchell. Por supuesto y eso es una gran preocupación. Por eso la investigación hay que hacerla, porque tenemos las pequeñas historias de gente diciendo, “la utilicé y mi cáncer ha mejorado.” Pero eso no es suficiente evidencia para cambiar las prácticas. Hay una gran cantidad de críticas a la investigación de cannabis y espero que continúe.Debido a esto los estudios deben ser de excelente calidad, realizados por especialistas en el área de psiquiatría y políticas públicas. Estoy seguro que será inspeccionado desde muy cerca.

Cualquier lector que crea que Dios lo mira y sabe todas las cosas y lo está observando más allá de las estrellas opinará que castigar a los hombres y mujeres pacíficos por un placer privado que se hace en la intimidad de los hogares, a pesar de no tener la más mínima implicación en su comportamiento público, será un asunto de interés público para esas personas de fe.

Estamos en el siglo XXI. Tal vez deberíamos tener mejores razones para privar a los vecinos de su libertad a punta de pistola. Dada la magnitud de los problemas reales que enfrentan los países desde el terrorismo, la proliferación nuclear, la propagación de enfermedades infecciosas, infraestructura deficiente, la falta de fondos suficientes para educación y atención en salud, etc., nuestra guerra contra el pecado es tan escandalosamente poco inteligente como para desafiar todo comentario racional.

¿Cómo nos hemos vuelto tan ciegos a nuestros intereses más profundos? Y ¿cómo hemos logrado promulgar dichas políticas con tan poco debate de fondo?

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