A fines de 1938 eran tiempos felices para Adolf Hitler, el “ex cabo de Viena”. Era destacado nada menos que por la Revista Life como el “personaje” del año (1937); su película, de grotesca propaganda nazi y fuertes tópicos racistas, El triunfo de la voluntad (Triumph des Willens) dirigida por Leni Riefenstahl, era también premiada en la Exposición Internacional de París (1937) y en el ¡Festival de Internacional de Venecia! (1938).
Por su parte, un joven aspirante a político, John F. Kennedy, le dedicaba toda clase de loas que, francamente, no tienen desperdicio, las que fueron reveladas hace unas semanas por el matutino alemán Frankfuerter Allegemeine Zeitung(FAZ), uno de los grandes diarios de referencia de ese país, para gran sorpresa y estupor de la inmensa mayoría de los alemanes.
Sin embargo, el también por entonces joven diputado Salvador Allende, promovía junto a otros 65 parlamentarios un telegrama de protesta dirigido al mismísimo Führer, dada la extrema violencia empleada contra la población judía con motivo de los sucesos que a la postre serían históricamente conocidos como “La noche de los cristales rotos” (Kristallnacht o Novemberpogrome).
Un premonitorio acontecimiento acaecido en la madrugada del 9 para el 10 de noviembre de 1938.
Corrían tiempos en que, precisamente, no sobraban las voces críticas frente las primeras tropelías nazis, ni siquiera sospechas respecto de los límites que alcanzaría todo el horror y la barbarie, la destrucción y muerte que la funesta aventura Nacional Socialista alemana sembró sobre vieja Europa. Que duda cabe.
Sin embargo, la enérgica voz antifascista de Allende y su enorme intuición política y alto sentido de la historia, se alzó incipientemente alto y claro y, afortunadamente, quedó plasmada en unas líneas, que el periodista e historiador valenciano Mario Amorós en su obra Allende. La biografía (2013) se encarga, felizmente, de recordárnoslo a partir de un texto rescatado por uno de los hombres más cercanos al presidente Allende, el republicano español Víctor Pey. En su parte medular este histórico documento señala.
“En nombre de los principios que informan la vida civilizada, consignamos nuestras más vivas protestas por la trágica persecución de que se hace víctima al pueblo judío en ese país, y formulamos votos porque su excelencia haga cesar tal estado de cosas y restablezca para los israelitas el derecho a la vida y a la justicia, tan humana y elocuentemente reclamados por el presidente Roosevelt” (Pey, p.XI en Amorós, 2013: 78).