El ejercicio imperial de la política de Washington se ha vuelto un tanto impúdico, sobre todo en la última presión que ejercieron sobre países europeos –otrora imperios devenidos en frágiles repúblicas como Francia y Portugal- para registrar “voluntariamente” en el interior del avión del Presidente de Bolivia. Un vergonzoso papel que hubo de cumplir la policía austriaca.
Morales venía desde Moscú, la ciudad en cuyo aeropuerto se encuentra Edward Snowden, un ex técnico de la inteligencia norteamericana y a cuya persecución se ha dedicado en las últimas semanas, al parecer, parte importante del aparato exterior de EEUU.
La sola sospecha de este país que en ese avión estuviera Snowden, motivó que los gobiernos de Francia y Portugal negaran la autorización del espacio aéreo al Presidente de Bolivia, en tránsito hacia las Islas Canarias.
La reacción en América fue en cadena. La OEA ha dicho que nada justifica una acción tan irrespetuosa con un Presidente de la República. UNASUR convocó una reunión en Cochabamba para tratar el asunto. El Consejo Andino ha declarado que la acción ha puesto en peligro la vida del mandatario boliviano. Y también hay que considerar la violación de las normas aéreas que se basan en gran medida en la reciprocidad.
Lo grave del asunto es que el origen del problema sea un asunto doméstico del gobierno de Obama, que ha escalado en forma insospechada para transformarse en un problema diplomático entre varios países. Una ocasión propicia para poner en la mesa la soberanía de los Estados, las normas internacionales y la consideración hacia los jefes de Estado por parte de sus homólogos.
Algunos se explican el incidente por las relaciones privilegiadas de Morales. Al parecer todos los países del ALBA están bajo sospecha. Venezuela por su relación con Irán y Rusia, Ecuador por tener asilado a Assange, Nicaragua por entregar un canal a los chinos y, Bolivia por su política nacionalista con los hidrocarburos y la coca. Todos, además, comparten un acendrado antiimperialismo personificado en Estados Unidos.
Este tipo de situaciones son las que muestran el estilo imperial norteamericano al desnudo. Un estilo grosero en el trato con otros países independientes, la coerción que ejerce sobre naciones europeas y el empecinamiento en una idea equivocada acerca de sus amigos y enemigos.
El episodio es un recordatorio no solo de su desmedida influencia exterior, sino un nuevo yerro de su política global que de paso, puede afectar en el futuro a cualquier mandatario latinoamericano.
Reunido UNASUR en Cochabamba, los presidentes de seis países miembros exigieron a España, Francia, Italia y Portugal que pidan “disculpas públicas” por denegar el tránsito aéreo al avión oficial del mandatario boliviano.
Es preocupante sin embargo, que solo la mitad de los presidentes latinoamericanos estén en esta postura y que Chile no se encuentre entre ellos.
Aunque la mayoría de los países solidarizaron con el presidente Morales, esto aún no se ha transformado en una acción común. La comunidad internacional sin embargo, está reaccionando frente a estas arremetidas, consideradas por la mayoría de los gobiernos latinoamericanos como insólitas.
Al final, se pide respeto a la soberanía y a los convenios aéreos internacionales a Estados Unidos y, mayor dignidad a los países europeos que participaron de este bochornoso episodio internacional.