Las declaraciones de algunos importantes cardenales ad portas del Cónclave hacen pensar que las cosas pueden estar a favor de los enemigos de Ratzinger.
El cardenal Errázuriz, acusado por algunos de protección a pedófilos, señaló que no entendía qué quería decir (¡) Ratzinger cuando hablaba de profundas divisiones al interior de la Curia. ¿De qué divisiones habla? se preguntó públicamente en Santiago el Cardenal chileno, protector de Karadima.Sencillamente ninguneó a quien era infalible en materias de moral.
Otros cardenales, ya en Roma, se han referido al Informe de los Tres Viejos Cardenales (llamado a escandalizar) señalando ¿Para qué queremos conocerlo? ¿Acaso habla el de cuestiones teológicas? ¿Señala que la vida de la Iglesia está amenazada? Lo que diga (el informe) tendrá un peso irrelevante. La Curia, por desgracia, ha sido calumniada. Y podrían decir ¿por qué podría interesarnos un informe que hablaría (no lo sabemos) de pandillas homosexuales al interior de la Santa Sede? ¿Qué de importancia tiene para el Espíritu Santo que un grupo de cardenales se dedique a acumular riquezas materiales en exceso e ilegalmente y sea una constelación de sepulcros blanqueados? ¿Desde cuándo los pedófilos no pueden encabezar la santa madre iglesia? Y si hubieran pecado ¿no somos todos pecadores y ya estamos limpios porque nos hemos confesado?
Nadie, ningún Cardenal (acostumbrados como están a las intrigas políticas) podría plantearse así ante un informe que el Papa, hasta allí infalible en asuntos de moral, consideró tan terrible que presentó la renuncia, y se fue al retiro, a la absoluta meditación en un convento.
Agrego, ningún Cardenal podría plantearse así… salvo que estuviera entre los denunciados triunfadores, no derrotados.
Los Tres Viejos Cardenales autores del Informe pueden haber sido derrotados, y con ellos el Papa Ratzinger. De allí su renuncia. Y su llamado, por cierto, a que se elija a alguien con más fuerza espiritual y física que él para comandar la Iglesia.
Un Juan Pablo I, pero que no muere abrumado sino que se retira y permanece en el silencio de la meditación conventual.
Si fue así, si Ratzinger fue derrotado, lo sabremos cuando se elija al Papa.
La derrota o la victoria de Ratzinger ya se produjo cuando él se retiró. La elección del nuevo Papa será sólo la confirmación de una u otra situación ya producida.
Si el nuevo Papa es alguien menor de 75 años, no relacionado nunca con pandillas homosexuales, no señalado jamás en casos de pedofilia, heterosexual y célibe (como corresponde al perfil ideal de todos los curas), surgido fuera de la Sede Santa (por ejemplo en América), y reconocido por su empuje, su fuerza y su carisma, el ganador habrá sido Ratzinger.
Si el nuevo Papa dice conocer el Informe de los Tres Viejos Cardenales (Tomko de 89, De Giorgi de 83 y Herranz de 83) y pide una pronta reconciliación entre los grupos, es italiano o alemán, o polaco o español o argentino, y sólo llama a orar a todos los hermanos por la Santa Madre Iglesia, entonces el Espíritu Santo habrá, hace un tiempito ya, derrotado a Ratzinger.
Si es esto último el mundo habrá sido notificado del poder que tiene la mafia vaticana tanto o más que la japonesa, la rusa, la norteamericana o la italiana de fuera de la Santa Sede.