Reiteradamente en varios medios de comunicación se nos muestra una situación política en la República Bolivariana de Venezuela como un digno símil del famoso nudo Gordiano; donde pareciera que las tiras de cuero atadas al yugo, no parecen tratan de mostrar que la situación reviste tal gravedad, que la única alternativa parece la más brutal e ilógica. Hablando con más claridad: la naturaleza de las condiciones que constituyen hoy las tiras de este cuero milenario son las que forman este nudo venezolano. Representemos una a una respecto de ellas.
Primer componente del nudo: las de naturaleza jurídica. Se invoca el artículo 231 de la Constitución Bolivariana, el rol del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) y recientemente, el permiso otorgado por la Asamblea Nacional al Presidente reelecto de Venezuela. Sin duda la lectura de los respectivos artículos generó múltiples debates, como por ejemplo si estábamos ante faltas absolutas o temporales. Finalmente el mismo TSJ, a través de su sala Constitucional lo zanjó, señalando que para este caso, tratándose de un Presidente reelecto, opera el principio de continuidad administrativa.
Sin embargo parece que esta definición no posee tanta fortaleza, como una interpretación finalista o teleológica de la Constitución que podría haberse formulado, inspirados en los artículos iniciales de la misma, cuando señala en su articulo 1 el “derecho irrenunciable de la Nación…a la soberanía” o el articulo 5 que señala que el carácter intransferible de la misma, principios en los cuales se apoya la Asamblea Nacional, para fundamentar el permiso otorgado al Presidente Chávez.
En este marco, habría sido razonable entregar algún nivel de certeza mayor, invocando el artículo 234 de la Constitución, que se refiere a las “faltas temporales”. Lo fundamental de esta norma es que autoriza a la Asamblea a otorgar estos permisos al Presidente en ejercicio, como en este caso, por un plazo de 90 días, susceptibles de ser prorrogados por 90 más. Plazos que habría permitido poner algún horizonte más definido y bajar las innecesarias tensiones.
Segundo componente del nudo: los de naturaleza política. Pocas experiencias políticas han debido enfrentar la cantidad de elecciones como ha ocurrido en el caso del Presidente Chávez. No todas victoriosas hay que decirlo, pero en su mayoría con resultados totalmente favorables para el proyecto político que encarna.
Las últimas dos elecciones no son la excepción. La victoria presidencial y las regionales recientes, dejan una clara señal de la actual correlación de fuerzas a favor del PSUV que domina en la Republica Bolivariana. Las políticas públicas que impulsa el actual gobierno, donde se han reducido los márgenes de desigualdad, y la premura de solución a los problemas de los sectores populares han llevado a un empoderamiento de estos sectores dándole fuerza y vigor al movimiento bolivariano.
Dicho lo anterior, no cabe duda que el Presidente Chávez tiene una cuota de responsabilidad importante en el actual impasse político, dado que conserva como deuda personal la necesaria institucionalización del PSUV, con miras a transformarlo en la herramienta que fije los mecanismos de resolución de su sucesor.
Sin duda, el Presidente Chávez siempre apostó en aportar con el liderazgo de su carisma al sucesor del Palacio Miraflores, sin embargo la naturaleza decidió otra cosa y la falta de reglas de sucesión claras se hacen más indispensables que nunca.
Tercer componente del nudo: las implicancias internacionales. Creo firmemente que estas han sido completamente despejadas con la Declaración de Caracas. Muchos quisieran que la oscura era del unilateralismo hubiera quedado definitivamente enterrado, empero los hechos de las ultimas dos décadas, particularmente la guerra de Irak, han demostrado lo contrario.
Esto entrega a la Declaración de Caracas un valor muy especial, como manifestación solidaria de pueblos hermanos, invocando el principio de la soberanía como un eje ordenador del proceso venezolano y haciendo un llamado a sus actores internacionales al respeto de esta.
Incluso el Presidente Lobos de Honduras, que resultara electo en medio de la sanción de suspensión del estado aplicado por OEA, hizo pública una declaración respaldando la institucionalidad venezolana. Estas son las muestras que ponen de relieve el rol de las formas de expresión multilateral, cuando actúan con prontitud y refuerza principios fundamentales.
No están en este marco, algunas desafortunadas declaraciones del Gobierno de Estados Unidos, respecto a hipotéticas expectativas relativas al mejoramiento de relaciones bilaterales, en el caso del fallecimiento del líder venezolano. Sin duda esta potente señal debe también tener un correlato en la conducta de los venezolanos y venezolanas: mantenerse firmes en el respeto a la Democracia.
En este contexto: ¿Se podría justificar el intentar torcer las manifestaciones de la voluntad popular a través de alternativas legales o resquicios normativos para hacerse del Gobierno?
Definitivamente este no es el camino a seguir por la oposición, donde pese a intentos de algunos grupos internos, el liderazgo de Capriles Radonski debe mantenerse sereno y demostrando su carácter democrático y tolerante.
Nadie debiera pensar en blandir la espada, como lo hiciera el conquistador Alejandro Magno, para cortar este nudo Gordiano, dado que solo los venezolanos y venezolanas son los llamados a conducir el destino de su país.