07 dic 2012

Certeza jurídica y además respuesta política

No resulta sencillo pensar en estrategias de integración de mediano y largo plazo con los países vecinos, al calor de los alegatos de estos días en la Corte Internacional de La Haya por la disputa marítima Perú v/s Chile, por una parte,y el anuncio del primer mandatario de Bolivia, Evo Morales,por otra, de que una demanda de salida al mar contra nuestro país ante el mismo tribunal estaría “casi concluida”.

Sin embargo, las proyecciones energéticas, de conectividad internacional, intercambio comercial, tránsito de personas y relaciones culturales bien valen la pena poner la mirada en la integración y la colaboración, más allá de las apuestas de dichas naciones por multilateralizar en el concierto global diferencias que son bilaterales.

Efectivamente, el tono mesurado y la claridad de los argumentos de la exposición de Alberto van Klaveren y de los demás agentes de Chile ante los jueces del tribunal internacional en la pugna con Perú,reafirmó la idea de que la certeza jurídica está del lado de Chile.Aunque ello no basta.

Cuestión que encuentra un fértil terreno en el nacionalismo y chovinismo imperantes en estos momentos en nuestro país, que tuvieron una de sus máximas expresiones en las declaraciones de los ex Presidentes Frei y Lagos a la salida de La Moneda hace unas semanas, que ejercieron una presión política a los jueces al sostener que el fallo debería ser en derecho, en oposición a un “fallo salomónico”como en el caso de Colombia v/s Nicaragua.

El Principio de Equidad aplicado por la corte internacional y el carácter político de su sentencia, que benefició al país más débil –Nicaragua-, preocupan a la postura chilena, que ha basado su argumentacióncontra Perú en criterios técnicos: “el caso versa sobre la interpretación y aplicación de tratados existentes”.

Chile sostuvo en los alegatos que los límites entre ambos países en disputa ya están definidos por la Declaración de Santiago de Perú, Ecuador y Chile de 1952 y el Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima de 1954, como punto central de la defensa.

A ello el ex subsecretario de Relaciones Exteriores del gobierno anterior que en el actual encabeza la defensa chilena ante el tribunal internacional, sumó la tesis de conducta de ambas partes reiterada en el tiempo:“sesenta años de práctica que confirma la existencia de un límite marítimo para todo propósito completamente delimitado”.

La defensa chilena planteó que ambos países han usado y respetado el paralelo limítrofe para diversos propósitos, en materias tan diversas como instalación de cables submarinos, ejecución de reglamentación pesquera y espacio aéreo. Y citó la Resolución Suprema número 23 del Perú de 1955, que reconoció que su zona de dominio marítima “está limitada en el mar por una línea paralela a la costa peruana”, refiriéndose al artículo IV de la Declaración de Santiago.

En definitiva, la postura de Chile sostiene que las zonas marítimas de Chile y Perú han sido completamente delimitadas por acuerdo; que el límite marítimo entre Chile y Perú es el paralelo del punto al cual la frontera terrestre de los Estados respectivo llega al mar; que ése es el paralelo del Hito número 1 y que Perú no tiene derecho a ninguna zona marítima al sur de ese paralelo.

A pesar de la contundente argumentación jurídica de Chile, la Corte Internacional de La Haya puede fallar salomónicamente (como lo hizo en el caso Nicaragua v/s Colombia), lo que plantea nuevos desafíos para la política exterior chilena, no sólo en términos jurídicos, sino también políticos.

En el caso de Bolivia, la adhesión al Pacto de Bogotá de ambos países -Chile y Bolivia-, impediría a este último demandar a nuestro país por la existencia de un tratado entre ambos anterior a 1948, el de 1904.

Sin embargo, aunque Evo Morales ha tratado sin éxito de multilateralizar su demanda de mar a Chile, asegurando incluso que “los tratados no son la última palabra“, un énfasis “político” de la decisión de La Haya en el caso con Perú podría ser leído por el mandatario boliviano como una oportunidad de presión, dado que los argumentos jurídicos se verían debilitados ante el Principio de Equidad que releva las reivindicaciones de los países menos poderosos.

Si bien el Presidente Morales ha amenazado anteriormente con judicializar el conflicto, pero admitió dificultades para llevar adelante una estrategia jurídica debido a la existencia de un tratado vigente, un escenario desfavorable para Chile en la disputa marítima con Perú podría abrir la puerta, si no a una demanda, a lo menos a una estrategia de presión por reactivar las negociaciones que se vieron interrumpidas con el fin de la Agenda de los 13 puntos, con el que se había avanzado en las conversaciones con Bolivia durante el gobierno de Bachelet.

A la luz de estos antecedentes, seguir sosteniendo el argumento de que nuestro país no tiene temas de límites pendientes con ambos países, parece ya no ser suficiente para enfrentar un escenario en que a Chile se le abren dos flancos simultáneamente en la frontera norte.

También es importante considerar que, como es sabido, en momentos de baja popularidad presidencial no hay un tema que genere más unidad interna que la amenaza externa. Actualmente y en orden decreciente, Morales cuenta con un 59% de apoyo popular, repuntando 11 puntos tras las protestas sociales del primer semestre; Humala alcanza el 51% (con 7 puntos al alza tras los alegatos de los agentes del Perú) y cuenta con el respaldo de un 60% de aprobación a su esposa Nadine Heredia (posible futura candidata presidencial) y Piñera, se ubica al final, con apenas el 32%

El desafío para la política exterior de Chile y el gobierno de Piñera es mayúsculo: en el mejor de los escenarios, Chile no tiene nada que ganar.El fallo caerá a mediados del próximo año, en plena campaña presidencial, lo que puede acrecentar discursos en extremo nacionalistas y exacerbar una reacción xenófoba contra los migrantes peruanos.Del mismo modo, Bolivia seguirá escalando su demanda por salida al mar.

Frente a ese panorama, el Estado de Chile debe explorar una nueva forma de relación con sus países vecinos, los cuales –como se ha dicho hasta el cansancio- siempre estarán ahí.

El norte de Chile, especialmente la decaída Arica, tienen mayor potencial con la integración económica y cultural, que con la tensión limítrofe que si no se enfrenta, cada cierto tiempo volverá a surgir de debajo de la alfombra en forma de demandas en las cortes internacionales u otras.

Seguir una carrera armamentista en que Chile triplique en gasto militar a Perú, por ejemplo, no parece contribuir a generar una nueva estrategia que desarrolle el mejor potencial de los pueblos.

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