El proceso ya está instalado en La Haya. La duda principal de los pueblos se concentra en si las partes respetarán el fallo. Al menos los peruanos ya tienen su opinión formada con respecto a nuestro país.
La diferencia hoy está concentrada sobre 35,000 Km2 de mar que reclama Perú. Esto permite a ambos países, reclamar sobre cualquier otra fracción de territorio a futuro y en concreto al país vecino, instalar un mecanismo de negociación que quedará legitimado por las partes. Esto también es válido para cualquier otro país que desee reclamar territorio de Perú o de Chile y es complementario a la existencia de acuerdos históricos.
Nuestra experiencia, por tener oficinas en los dos países, es que hay diferencias importantes en los estilos negociadores. El peruano es más transaccional, de corto plazo, objetivo y transparente en sus planteamientos. El chileno es más atrapado en las emociones y opaco en su argumentación.
Por otro lado, en nuestro país existe una unidad potente con la postura que debemos adoptar al interior de todos los estamentos en materia de relaciones exteriores y en particular cuando se refiere a conflictos territoriales. En Perú no es el caso.
A simple vista parece ser una ventaja para Chile, pero no lo es, cualquier posición dogmática que no se ampare en intereses verdaderos, es negativa para la ejecución de una negociación, carga al negociador de una responsabilidad excesiva y le quita flexibilidad y caminos de solución a un conflicto.
Los últimos estudios en territorio nacional muestran que un 48% de la población no está de acuerdo en ceder mar, un 46% manifiesta que hay que acatar el fallo, esperando que sea positivo para nuestro país. En un análisis sencillo, si la resolución favorece a Chile, el 94% queda contento. Por lo tanto la estrategia dominante es, uno, esperar el fallo y dos, si es negativo continuar negociando antes de rendirse.
Perú también ha hecho sus sondeos, según un estudio de Ipsos-Apoyo, realizado en octubre pasado en Perú, muestra que el 65% de los encuestados está de acuerdo en el manejo que está haciendo el ministerio de Relaciones Exteriores en su diferendo con Chile.
También tienen una idea bien definida de lo que podría pasar tras darse a conocer el resultado, el 67% indicó que el Perú sí respetará la decisión de la Corte en caso de que favorezca a Chile. Pero de resolverse a favor de la demanda peruana, el escenario es contrario, el 71% de peruanos cree que Chile no respetará el fallo que dictamine la Corte Internacional de La Haya.
La Corte, consciente del problema de política interna que genera, debería fallar no sólo en base a un criterio técnico, sino que considerando el impacto para cada país.
Debería entregar parte de lo reclamado a Perú, menos de 17,500Km2, ya que para ellos esto sería un triunfo a exhibir internamente. Para Chile también es positivo, le quitaron menos de la mitad. Debería haber además compensaciones de Perú a Chile, onerosas, de manera que el problema, aumentado por otras partes que quisieran tener conflictos en el futuro con Chile, se vea disminuido.
El foco de Chile debería estar en las compensaciones, esto saca la negociación de un esquema distributivo, a uno de creación de valor. Existen múltiples fichas de intercambio dadas por la relación bilateral: inversión extranjera, migraciones, déficit o superávit energético, etc. Lo anterior, en caso de un fallo negativo.
Para Perú el foco también debería estar en las compensaciones, como asegurar la compra de territorio que está en línea con el estilo de negociación transaccional.
Las preguntas son ¿Cuánto vale un Km2 de mar? ¿Cuál será la moneda de pago? ¿Cuál es un precio aceptable a pagar, pero que al mismo tiempo desincentive futuras invitaciones a cortes internacionales?
En conclusión, la Corte debería además del fallo, declarar que existirán compensaciones que se resolverán a futuro, lo que hará que continúen las negociaciones y que el resultado se prolongue más allá de los gobiernos actuales, de manera de no perjudicar a nadie.