Así llamaban los empresarios españoles a nuestro principal vecino, hasta el día en que poniendo en acción lo que hace rato estaba en el discurso, la Presidenta Fernández dio un golpe a la cátedra: anunció la renacionalización de los Yacimientos Petrolíferos Fiscales IPF, controlada por REPSOL, una empresa multinacional con sede en Madrid.
El expediente, un proyecto de ley ante el Congreso para “salvaguardar la soberanía hidrocarburífera de Argentina”. La iniciativa tiene como propósito principal la expropiación del 51% de las acciones de la compañía.
En Madrid se ha desatado un ambiente inquietante, lo que cierta prensa ha denominado una reacción histérica de la clase dirigente hispana.
Es revelador que el Gobierno asuma con tanta energía la defensa de una empresa que ha hecho un mal negocio en ultramar. La derecha en el poder lo ha convertido en una cruzada por el libre comercio y las reglas internacionales que lo acompañan.
En América han conseguido el concurso de México, una tibia reacción de EEUU y una grave preocupación de Chile. La razón, las probables consecuencias para las inversiones de la petrolera estatal chilena en ese país; de hecho, el Canciller Moreno tuvo que salir a calmar las aguas y hacer las distinciones.
A la Presidenta Fernández le bastaron dos láminas para explicar su decisión: un gráfico que mostraba la trayectoria de un país exportador a un país importador de petróleo, y un listado de países donde el petróleo estaba en manos del Estado.
Lo notable fue que cuando enumeraba los países que tienen el petróleo en manos estatales nombró dos veces a Chile. “Hasta Chile –paradigma de la privatización- tiene el petróleo estatizado”, sostuvo con fina ironía.
La audacia en todo caso no está en “solicitar”, lo que es justo como han sostenido algunos.
Por el contrario, la gracia de la gobernante está en tomarlo por la fuerza de la ley de la República Argentina. El tema deberá ser discutido en el Congreso de la Nación, el que deberá aprobar o rechazar lo obrado y propuesto por la Presidenta.
La privatización y renacionalización del petróleo es algo muy argentino, y ello se entiende a partir de la historia bicéfala del peronismo y al mismo tiempo, si se la considera como la fuerza central de la sociedad argentina.
Fue el radical Irigoyen –socialdemócrata- quién creó los Yacimientos Petroleros Fiscales (YPF), pero fue el peronista Menem quién los privatizó. La compensación que recibió Kirchner como Gobernador de su Provincia, la aseguró en bancos extranjeros. Gran debate.
Luego vino la hecatombe y Argentina se fue a negro. Kirchner recuperó el país y lo puso de nuevo en marcha. Y hoy por hoy, otra peronista, su viuda, encabeza un proceso de restauración del Estado, similar a lo que fue Argentina antes de Menem. Es decir, un ajuste de cuentas entre peronistas de derecha y peronistas de izquierda.
Sin embargo, la gracia de Cristina es su intención de dar sentido verdaderamente nacional a su acto. Esto significa ir más allá del Frente de la Victoria, un peronismo de centro-izquierda pero siempre nacionalista, que compone la actual mayoría en este país. El gesto, al fijar un alto quórum para aprobar su re-nacionalización en el Congreso, compromete el conjunto de fuerzas políticas para esta iniciativa.
La propuesta acaba de ser aprobada en el Senado. Lapeña, el especialista ligado a los radicales -la oposición histórica al peronismo- ha sostenido que no es partidario de una “compra hostil”. Incluso ha propuesto “una compra consensuada por precio justo”. Y también hemos conocido las cantidades de referencia, porque según Lapeña doce mil millones de dólares es un precio injusto –el solicitado por Repsol- y dos mil millones es un precio de confiscación.
Por lo que se ve y se escucha es un debate razonable, un tanto alejado de la cruzada del gobierno español.
En Chile, amplios sectores tradicionalmente han considerado que los recursos naturales no renovables de un país son de propiedad común. Los mismos que llaman a la Presidenta trasandina, Cristina corazón. Por su parte, el oficialismo español ya no habla ni hablará por mucho tiempo de la Argentina querida.