La Cumbre de las Américas 2012, realizada en Cartagena de Indias, Colombia, el fin de semana del 14 y 15 de abril, pone en evidencia el momento histórico de América Latina.Esto es así no por los afiebrados discursos de los mandatarios asistentes sino también por los ausentes.
Por motivos diversos, no asistieron Hugo Chávez (Venezuela), Rafael Correa (Ecuador), Daniel Ortega (Nicaragua) y, desde luego, Raúl Castro (Cuba).
El eje de este encuentro estuvo marcado por las típicas palabras de buena crianza sobre la necesidad de consolidar y fortalecer la democracia en la región, a cargo del Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza y por retóricos reclamos por la ausencia de Cuba.
No se tocaron asuntos tan importantes para los pueblos latinoamericanos, tales como: pobreza y desigualdad, desempleo, medioambiente, violencia y narcotráfico.
Esta Cumbre de las Américas 2012 no fue una Cumbre de los Pueblos de América sino, una Cumbre Empresarial inspirada, como no, en la doctrina neoliberal.
De hecho, los empresarios de este continente se reunieron para tratar asuntos de su interés, junto a los presidentes Santos, Obama y Rousseff, tal como lo anunciaron:“Utilizar la globalización como herramienta para agregar valor a las industrias, innovar hacia una infraestructura inteligente, invertir en educación, hacer buen uso de los recursos naturales y aumentar la participación del sector privado en los proyectos de desarrollo social en los países de América son los cinco grandes retos que asumirán… los directivos de unas 500 compañías multinacionales del continente, que se reunirán a instancias de la VI Cumbre de las Américas, en la caribeña Cartagena de Indias”.
Así, cuando se habla de “invertir en educación”, por ejemplo, se entiende que se trata una alianza público – privada para la creación de mano de obra calificada, olvidando de paso que Latinoamérica es una región con altos índices de desigualdad y de muy bajos impuestos (19%), mientras los países desarrollados bordean el 33%.
La Cumbre de las Américas de este año da buena cuenta de la hegemonía de Washington en esta zona del mundo, imponiendo la agenda, vetando a los asistentes y acallando todo reclamo soberano de orden político y social.
Podríamos hablar de una Cumbre Borrascosa o la Cumbre de los (Estados Unidos) de América, un encuentro de grandes empresarios e inversionistas en busca de buenos y nuevos negocios en éste, el continente de la desigualdad, la injusticia y la violencia.