Desde siempre en el mundo moderno lo que suceda políticamente en España ha tenido y tendrá profunda repercusión en la política chilena.
No es entonces de extrañarse el análisis de los resultados de las últimas elecciones y la repercusión y readecuamiento de los partidos políticos de nuestro país.
La más importante de las ocasiones en que esta influencia marcó a Chile, se produjo en torno a la República española de los años 1930 en adelante, la Guerra Civil y, naturalmente, la época de Franco específicamente.
La Guerra Civil española, fue de acuerdo a todos los historiadores, la más cruenta de las guerras civiles europeas de los siglos XIX y XX.
Como lo señaló la trilogía de aquellos años escrita por Gironella causó un l.000.000 de muertos, de los cuales físicamente fueron 500.000 y los otros 500.000 fueron los muertos en vida que deambularon en los primeros 15 años del franquismo.
Entre los españoles residentes en Chile la mayoría fueron franquistas y los descendientes escogieron en su mayoría la opción paterna. Los refugiados fueron – obviamente – republicanos.
Los partidos políticos chilenos se alinearon en sus respectivas adhesiones filosóficas.
La derecha apoyó a Franco y especialmente los católicos de derecha levantaron también en Chile la posible opción de un gobierno conservador, ligado estrechamente a la Iglesia en la vieja concepción anticomunista.
Los partidos de izquierda de entonces apoyaron a la República y desafiaron la razzia franquista posterior.
En el centro y centro izquierda chilena hubo opciones diferenciadas desde los que apoyaban fuertemente a la República pero no comunista y otros que se manifestaban también a favor de la República, pero buscaban la paz como única opción para una España que se desangraba.
La Falange Nacional fue antifranquista pero rechazó siempre los excesos cometidos por ambos lados.
Hoy el triunfo de Rajoy es el triunfo conservador y de los últimos ex franquistas, como en Chile el Presidente Piñera representa también al mundo conservador y a los ex representantes de la dictadura de Pinochet, donde el episodio de un homenaje a un ex Dina desvanece cualquier duda.
Para la izquierda chilena es el término de un estado de bienestar y la moderación económica y social del PSOE hace esperar una oposición no violenta, donde Dios así lo quiera, no parece nublarse el futuro de la España reciente en un conflicto más violento.
Naturalmente que la derecha chilena ha reconocido,al elegir a Rajoy una suerte de afán interesado en colocarse al lado del poder y la Democracia Cristiana busca también competir en una suerte de viaje a Canossa.
Para los que hemos seguido el proceso español por toda una vida y fijamos nuestra atención y complacencia en el Partido Nacionalista Vasco y en el Partido Convergencia y Unión de Cataluña, creemos que tienen una enorme trascendencia y posibilidad de actuar ya que sus representaciones han subido en el Congreso o el Senado.
Una observación más. Es posible que se repita la lucha de los viejos valores españoles intransables y el retroceso en aquellos aspectos negativos que tiene también la vieja historia española conservadora.
El bipartidismo que aparece en las grandes democracias como una solución de estabilidad política, siempre deja la esperanza de que algunos espíritus menos apasionados den su aporte a un debate más tranquilo y pacificador en un país que tanto queremos, pero en el que reconocemos un genio de inteligencia y arrebatadora pasión.