En el debate actual sobre educación hay un sin número de propuestas que nos están dividiendo como sociedad. No hay acuerdos ni claridad respecto al cómo se desea avanzar y cuáles son las razones que motivan los cambios, entendiendo que muchos de ellos, de tipo estructural, no llegarán a mejorar lo que realmente deseamos: la calidad de los aprendizajes de nuestros estudiantes.
Sin embargo, el único punto que nos reúne, independiente de nuestras posturas ideológicas, es el referente a quién es el factor clave del cambio. Se trata del profesor, aquel silencioso y olvidado profesional de esta Reforma, al cual se le pretende entregar en sus manos el aprendizaje de todos los alumnos de este país.
La evidencia empírica lleva más de una década comprobando el impacto que tiene un buen docente dentro de la sala de clases. Según un estudio de la consultora Mc Kinsey un alumno de ocho años que es expuesto a un profesor de calidad, puede verse altamente beneficiado por la calidad pedagógica y disciplinar de éste, llegando incluso a tener 53 puntos porcentuales de diferencia en su desempeño.
Y si a esto le agregamos la dramática cifra asociada a rendimiento de nuestros estudiantes, donde sólo 1 de cada 100 alcanzan el nivel de logro de los países desarrollados, ¿por qué no hemos sido capaces de enfocarnos en las políticas docentes si lo que queremos es mejorar en aprendizajes?
La nueva propuesta de formación y carrera docente,promovida por la iniciativa Plan Maestro, apunta a los ejes centrales que no pueden eludirse en esta Reforma.
Destaco principalmente: la selección de mejores candidatos para dejar atrás el escenario actual, donde un tercio de alumnos ni siquiera rinden la PSU para formarse como profesor; reformulación de los programasde las casas formadoras, teniendo en cuenta las exigencias curriculares actuales y la importancia de la vinculación con la realidad escolar para promover el aprendizaje desde la práctica; mejoramiento de las condiciones laborales, posibilitando disminuir las 1.100 horas promedio que pasa al año un profesor dentro del aula (Promedio OCDE: 782 horas en Educación Básica y 655 en Media) y aumentar los salarios para dejar de ser dicotómicamente la profesión más importante de la sociedad, pero que se encuentra valorizada en un 0,6 veces al sueldo de otros profesionales.
Por último, la creación de una carrera docente ascendente y atractiva para quienes tienen realmente la vocación y compromiso por mejorar día a día su desempeño.
Es de esperar que los esfuerzos realizados por esta iniciativa logren incorporarse en el debate político actual y que nuestras autoridades tengan presente los asuntos que nos reúnen y comprometen como sociedad: la calidad de la educación.