En este día en que el Senado, en su Comisión de Educación, se apresta a votar “la idea de legislar” de una de las leyes que conforman la “Reforma Educacional”, mi abuela insiste en escribir cartas a diversas autoridades.
Ella está muy molesta con mi última publicación (sobre la cual, tal como lo indiqué en esa oportunidad, no le consulté su opinión). De hecho, casi no me dirige la palabra.
Igual me las arreglé para leer su última misiva, al menos el “borrador” que había dejado olvidado sobre la mesa que usa habitualmente para trabajar.
Pensé, en primera instancia, que estaba dirigida al senador Fulvio Rossi, presidente de la Comisión de Educación, mas al leerla con atención concluí que el destinatario es el ministro Eyzaguirre.
“Estimado: a horas de que se someta a votación en la Comisión de Educación del Senado la idea de legislar del proyecto de ley sobre lucro, selección y copago, quisiera llamar la atención a usted sobre lo siguiente.
Los profesores están en huelga; hoy han anunciado una marcha por la Alameda y he podido ver fotos de una protesta frente al Congreso en Valparaíso. Son, los huelguistas, nuestros profesores de los colegios públicos.
¿Qué origina el conflicto y la respectiva huelga?
Cinco son los puntos que los profesores señalan como los conflictivos: aumento del IDM (Ingreso Mínimo Docente); bono de retiro o jubilación; titularidad de los profesores a contrata; término del agobio laboral (tiempo de preparación de clases); pago de deuda histórica.
He escuchado todo tipo de explicaciones de la autoridad, pero el punto es que hay huelga y manifestaciones públicas del Magisterio.
¿Por qué es importante resolver esto?
Es, a mi juicio, fácil de explicar. Tal como lo ha planteado Mario en innumerables entrevistas y escritos, (me imagino que mi abuela se refiere a Mario Waissbluth, de Educación 2020), si el sistema de educación pública no es fortalecido previamente al término del sistema de copago, entonces tendremos una situación muy compleja.
Me explico, si el fin al copago comienza con un sistema público en conflicto, con sus profesores dispuestos a paralizar una vez más sus actividades, y con el agravante que plantean un petitorio que, el común de la ciudadanía, siente como justo, moderado y de larga data, entonces el resultado será muy complejo.
¿Por qué un padre mantendrá a su hijo en el colegio público si el particular subvencionado del barrio será gratis? Además este último funcionará sin huelga, con mejor infraestructura, y con la percepción instalada en la opinión pública de que imparte mejor enseñanza.
Como usted sabe, yo soy una fuerte defensora de la Reforma Educacional, la creo indispensable y justa. A todas mis viejas amigas, que aún viven, les he podido explicar con claridad el que con sólo tener gratuidad, inclusión y evitando que los dineros destinados a educación se usen en aspectos diferentes a la formación de nuestros estudiantes, se logra una mejoría en la calidad del sistema.
Pero, entenderá usted que no puedo dejar de advertirle sobre la necesidad de resolver aspectos que pueden causar un gran desaguisado. ¿Se imagina usted que puede avanzar en el fin del copago, del lucro y de la selección sin resolver previamente los requerimientos que los profesores le plantean? Y por otra parte, ¿usted no piensa hacer ningún requerimiento a los profesores?
Mucho me parece que si esto no lo discute, si no antes, al menos en paralelo, entonces usted está metiéndose en un lío (y con ello a todos nosotros).
Los requerimientos no resueltos de los profesores a la autoridad y, peor aún los requerimientos aún no explícitos de la autoridad a los profesores, deben discutirse ahora.
El fortalecimiento del sistema de educación pública no es, como lo entienden algunos, el poner dinero sólo para mejorar infraestructura de estos establecimientos. El mejoramiento de la educación pública radica en establecer un pacto social con nuestros profesores y sin olvidar a los actuales “sostenedores” de este sistema, es decir a los Municipios.
No quisiera imaginar que se desate un gran conflicto en este ámbito y terminemos con todos los estudiantes (a instancias de sus padres) abandonando los colegios públicos para engrosar las filas de los particulares subvencionados.
Hace unos días me comentaron que la suma de los dineros que los municipios agregan a la subvención que reciben del Estado es muy significativa (no tengo cifras exactas, pero me imagino que usted conoce de esta realidad). Esto es equivalente a un copago que proviene del Municipio (que según entiendo dejará de ser el sostenedor y, por ende, ya no aportará recursos a estos colegios públicos).
En definitiva, como decía mi nieto, “parece que estamos en un problema” y no da lo mismo partir desde la esquina del lucro, el copago y la selección, que desde la del “fortalecimiento de la educación pública”.
Yo estoy de acuerdo con Sergio (me imagino que se refiere al ex ministro Sergio Bitar) quien dijo en días pasados que “no es bueno cambiar al jinete en el medio del río”, pero me parece inteligente no enfrentarse a un caudal torrentoso que el caballo no es capaz de soportar… Tal vez es mejor “vadear el río”.
Con mucho afecto, Carmela.
Cuídese mucho.”
Hasta aquí la carta de mi abuela… Yo estoy muy de acuerdo.