Ayer por la tarde, mi barrio estaba convulsionado. Gran cantidad de autos con chofer atestaban los pocos estacionamientos disponibles. Pensé, erróneamente, que se trataba de algún evento en el colegio adyacente o, peor aún, de una recepción en casa de la Presidenta (que vive en las inmediaciones). Nada de aquello. El tema era más simple: mi abuela Carmela había invitado a un grupo de políticos a conversar sobre la situación del país y, muy especialmente, de la “reforma educacional”.
Al ingresar a mi casa, mi abuela se apresuró en llamarme y presentarme a sus amigos (en verdad, a casi todos los conocía). En el ambiente reinaba un clima de relajo y todos estaban sonrientes iniciando la conversación que ella dirigía con su innata maestría.
Saludé, y de forma discreta me retire a conversar con mis pequeños hijos. En el intertanto, todos los invitados se acomodaban para lo que prometía ser una grata jornada.
La reunión fue larga. Mi abuela había dispuesto de algunos panecillos, algo dulce, y brebajes a discreción. Todos estaban bien atendidos.
Pasadas algunas horas, los divisé cuando se retiraban. Sus caras habían cambiado y, más bien, se les notaba preocupados.
Ya era tarde, y siguiendo mi vieja costumbre (aprendida de mi abuela), me dirigí a la cocina en busca de una taza de té. Allí estaba yo cuando se apareció ella, ¡hola querido nieto!
De inmediato noté que estaba sonriente; claramente contrastaba con el estado de ánimo de sus invitados, cuando se habían retirado.
Pensé que algo terrible debía haber pasado: mi abuela feliz y sus invitados apesadumbrados.
Hola abuela, ¿en qué estabas?
Hola querido nieto. Estaba con mis invitados en un “taller de coyuntura política”.He empezado a reunirme con ellos cada dos semanas para conversar de actualidad.
Mi abuela siempre me sorprende con sus ocurrencias, y esta vez casi me atraganté con mi frugal bebida. ¿Taller de coyuntura política?
Sí, me dijo muy suelta de cuerpo, hoy analizamos la “revolución educacional”.
Abuela ¿querrás decir la reforma educacional?
Bueno así le dicen: “reforma educacional”, pero yo creo que el término está mal usado.Debe decirse “revolución educacional”. ¿Tú sabes la diferencia entre una reforma y una revolución?
Bueno abuela, yo entiendo que una reforma es un proceso mediante el cual se pretende mejorar o enmendar algo que no está funcionando bien o que está equivocado. Es un cambio planificado que pretende que un sistema funcione mejor, y entiendo que una revolución es… y no alcancé a decir nada porque ella me interrumpió.
¡Muy bien! Buena definición de Reforma. Por eso esto es una “revolución educacional”.Hoy, en la reunión, analizamos en detalle el proyecto de ley que pone fin a la selección y al copago.
Abuela, el proyecto también pone fin al lucro.
Lo siento, pero nuestra primera conclusión es que el proyecto no pone fin al lucro. Más aún, creemos que no hay herramientas reales para evitarlo, en consideración que no existe una penalidad frente a la posibilidad de que esto ocurra.
Abuela, ¿verdad que concluyeron eso?
Y otras cosas peores. Tampoco hemos podido entender bien el mecanismo de funcionamiento que tendrá el copago. Me refiero al periodo de transición entre la situación actual y el minuto en que los padres dejen de pagar por la educación de sus hijos. Fíjate que, además, hay una indicación parlamentaria para permitir que los padres aporten dinero “voluntariamente” al colegio con el propósito de mejorar la educación de sus hijos.
Bueno abuela, eso me parece una buena idea. Que los padres aporten a los colegios me parece bien.
Mira querido, mientras no estudies con atención este proyecto no pienso seguir conversando contigo. Esto es mucho más complejo que lo que tú te imaginas. Si quieres, te puedo invitar a mis reuniones. Así podrás opinar con algo más de conocimiento al respecto y dejar de hablar superficialidades.
Bien abuela. Me pondré a estudiar el proyecto para poder tener una conversación contigo en relación a este tema. Una última pregunta ¿ya se sabe cuántas leyes son las que darán forma a la “reforma educacional”?
No, aún no se sabe, hay versiones que dicen que son 7 u 8, pero debo confesarte que he intentado averiguarlo y no he podido saber a ciencia cierta el número de leyes involucradas. En todo caso te reitero, esta no es una reforma, esta es una revolución.
Abuela ¿tú sigues siendo de la Concertación?
¿Pero qué tipo de preguntas es esa? Por supuesto que sí, y además ahora soy parte de la Nueva Mayoría y, claro está que esa condición de pertenencia no me impide reflexionar sobre nuestras iniciativas parlamentarias.
Así por ejemplo, el desconocer el contexto de todo el proceso de la “revolución educacional” me impide ver el final del túnel y otorgarle mi pleno e irrestricto apoyo.Estoy de acuerdo en la necesidad de cambiar el sistema y hacerlo más parecido a la de los países de mayor nivel de desarrollo.
Por lo pronto, tengo la sensación que el fin del copago propuesto, que será gradual, tendrá un efecto inmediato de traspaso de estudiantes de la educación pública a la particular subvencionada de copago bajo. Esta primera etapa significará que nuestra educación pública llegará en un par de años al 25% del total del universo.
A ver abuela, explícame.
Mira, en la gente está instalada la idea que los colegios públicos son los peores. Al hacer rápidamente gratuitos los colegios cuyo copago es de 20 ó 25 mil pesos mensuales, lo que ocurrirá muy pronto es que los padres trasladarán a sus hijos a los colegios particulares subvencionados que ahora serán gratuitos.Además, a este panorama hay que agregar la incertidumbre existente respecto a lo que pasará con los colegios subvencionados cuyo copago es más alto.
Pero abuela, según he escuchado esos colegios no son muchos.
El número de estos colegios con copago elevado es un dato que el ministerio de Educación maneja con exactitud; la incertidumbre es cuál será la decisión de sus sostenedores. Una alternativa es que continúen con sus colegios y otra, no descartable es que, dadas sus características, liquiden sus activos y abandonen el ámbito de la educación.
Abuela, gracias por ayudarme a entender un poco más de este complejo problema.
Antes de irme a dormir quisiera que me contestes una pregunta.
Sí querido nieto. Dime cuál es tu consulta.
Abuela ¿estás segura que esta no es una reforma educacional y que es una revolución ?
Por supuesto, estoy segura. Es una “revolución educacional”. ¿Por qué me lo preguntas tan reiteradamente?
Bueno abuela, tú siempre me enseñaste que sólo las reformas son posibles… que las revoluciones siempre fracasan.
(Me quedé sin postre).