La desigualdad en nuestro país, y sobre todo la de la escuela, inevitablemente condiciona el futuro, es innegable señalar que a muchos se les cierran las oportunidades para acceder a la universidad y siempre los más excluidos son los estudiantes más pobres.
Esta sociedad neoliberal le roba a la mayoría de las personas la posibilidad de ser profesionales, salir de la pobreza y ganar el sueldo que desean.En teoría, la educación ayuda a la movilidad social, pero hay casos en que es un componente de segregación. Lo fundamental es que quien tenga las capacidades pueda educarse bien, sin ser discriminado ni por su cuna, ni por su dinero, ni por su apellido.
Uno de los grandes problemas de este país es que los ricos tienen el sartén por el mango y el mango también. La unión de las elites intelectuales, financieras, familiares y las grandes empresas está generando una sociedad de castas.
Los ricos nacen en clínicas para ricos, estudian en colegios para ricos, se casan entre los ricos y trabajan para su misma clase. Dicho de otra manera, una persona, que nace en San Carlos de Apoquindo, estudia en un colegio de San Carlos de Apoquindo y más tarde en una universidad en San Carlos de Apoquindo.Éste no conocerá nunca a su país. El ‘descremar’ a ricos y a pobres es el gran problema de la educación de nuestro país, no nos sentimos integrados porque hay personas que viven en guetos.
El apartheid educativo-cultural que vivimos está en la base del modelo.Es irónico señalar que existen buses de acercamientos a las universidades, sabiendo que éstas debiesen ser un bus de acercamiento a la realidad; en donde se investiga, se planea, se discute cuanto dice relación al bien común de la nación y de la humanidad.Suponemos que deben ser el cerebro del país.
Sin embargo, existen universidades que buscan un perfil de alumno que estudie apartado de los temas candentes del país, en el tranquilo faldeo cordillerano.Estas instituciones deliberadamente se han excluido de la realidad, porque no quieren que “cualquiera” llegue a estudiar allí. Este apartheid representa, entre otras cosas, la ruptura de los intereses académicos de los planteles educativos con el interés nacional.
Este sistema educacional ha sido el espacio donde el neoliberalismo ha entrado en crisis más que en otros grupos o problemas sociales y, sin lugar a duda, hemos logrado cuestionar el “sistema”.Existe la sensación desde el mundo social que hoy vivimos un momento histórico, de cambio, de movilidad. Pero obviamente esperamos que haya una seria y profunda discusión sobre la Reforma Educacional, que se explique la letra chica para que no haya timos escondidos, sino que haya verdaderamente posibilidades de terminar con la enorme segregación que existe.
La profunda convicción que requiere el desarrollo de esta Reforma no puede aguantar unos años más sin emprender la tarea de reconocer que el cariño que vincula lo personal con lo colectivo es la fuerza clave en la construcción de una alternativa al neoliberalismo.
Pero, como todos sabemos, las convicciones requieren grandes inversiones de tiempo y afecto. Refundar la educación chilena con base en un continuo educativo es imposible sin el vínculo con los movimientos sociales.
Es profundamente necesario remover las raíces podridas del sistema de apartheid educativo en el cual estamos insertos, y esto sólo es posible desde las redes de colaboración, unidad y solidaridad entre nosotros. Es la única manera de sembrar una alternativa. Hoy no es tiempo de cosecha, sino que de siembra.