El argumento mil veces repetido por los políticos de derecha según el cual sería “injusto” que los ricos paguen su educación es una demostración flagrante de la pérdida de conciencia ciudadana de ese sector, que, como se ha demostrado a lo largo de nuestra historia, no tiene muchos problemas cuando se trata de discriminar.
Porque, en efecto, cuando se está luchando por volver a considerar la educación como un derecho y no como un asunto privado, quitarle este derecho a cualquier ciudadano es un acto que lo discrimina, es interpretar la riqueza como una condición al margen, que implicaría deberes y derechos diferentes a los de los demás.
El dinero no puede ser una razón para establecer diferencias odiosas entre los chilenos. ¿Si se acepta el argumento que se esgrime en el caso de la educación, por qué no se propone que los ricos se hagan cargo de financiar sus comunas o del cuidado de sus plazas?
¿Por qué no financian guardias y policías privados y así liberamos a los carabineros que tanta falta hacen en las poblaciones de riesgo?
¿Por qué no pavimentan sus calles y construyen sus hospitales?
Por tanto, lo que se concluye de todo esto es que cuando se plantean estos argumentos en relación con la educación, sin tocar otros aspectos, en realidad no se está defendiendo a los más pobres, como hipócritamente se afirma, sino ocultando el verdadero propósito de estos sectores, que es el de defender la educación privada por encima de la pública.
Tartufo busca convencernos de que está muy preocupado porque en la nueva situación que se avecina los ricos deberían pagar, pero en realidad lo que quiere es que se conserven los beneficios que actualmente tiene la educación privada.
Queremos pagar porque de ese modo podremos educar a nuestros hijos como queramos y sin que exista ninguna intervención del Estado en la orientación que queremos darle a su formación.Buscamos que la educación pública no sea una opción para los ricos, que ellos hagan lo que quieran con sus hijos y que a los pobres los eduque el Estado.
Pero lo que se busca con la educación gratuita para todos es restablecer el sentido de igualdad que sustentó las largas luchas que dieron los chilenos por construir un Estado laico y una educación pública que asegurara que los contenidos educativos fueran orientados hacia la formación de una ciudadanía responsable.
Solo la educación pública podía formar ciudadanos conscientes de su papel frente al Estado, que por eso mismo educaba en la única dirección que puede hacerse desde un pensamiento inclusivo, respetuoso de las diferencias, de las ideologías y de los credos, y orientado hacia una vocación de servicio hacia lo que nos es común y no hacia lo que nos divide.
Esta responsabilidad que asumió el Estado chileno para educar a sus ciudadanos fue el factor decisivo en la construcción de la República y aseguró la unidad nacional y el sentido patriótico de una sociedad que por lo menos en estos aspectos básicos se hacía cargo de sus ciudadanos.
Es por este motivo que el concepto mismo de ciudadanía se forjó en Chile a través del desarrollo de la educación pública, cuyas instituciones también se transformaron rápidamente en las de mayor calidad.
Que el Estado sea laico significa que frente a la diversidad de credos, tendencias, ideologías y posturas de toda índole, el, sin casarse con ninguna de ellas, se mantiene como el garante de todas. “No estoy de acuerdo con lo que piensas, pero daría mi vida por defender tu derecho a que pienses de esa manera”. El Estado es el que garantiza que las relaciones entre los ciudadanos sean de igualdad y reciprocidad. Por eso educa en las ideas que pueden unir a sus ciudadanos, no en las que los separan.
Este tipo de educación es el que la derecha no quiere para sus hijos, porque está convencida de que sus privilegios sociales dependen de que ella no se expanda.Tiene horror de lo público, solo cree en lo privado.
Pero resulta que con la ideología predominante de lo privado no se construye un país democrático, eso no genera hermandad, solidaridad, unidad nacional, reciprocidad.
Y lo que los movimientos sociales hoy día buscan en Chile es precisamente lo que esta ideología privatizante destruyó.
El Chile del futuro volverá por la senda de Camilo Henríquez, Manuel de Salas, Juan Egaña, Miguel Luis Amunátegui, Diego Barros Arana, José Victorino Lastarria, Ignacio Domeyko, Andrés Bello, Valentín Letelier, Darío Salas, etc., etc., esto es, por el camino de los que forjaron la educación pública chilena y sentaron las bases para que Chile dejara de ser un paisaje poblado de individuos indiferentes para transformarse en un verdadero país.